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opinión politizada / OPINIÓN

El neuralizador

18/10/2023 - 

VALÈNCIA. Dentro del frenesí de declaraciones de los diferentes actores políticos y sociales en las últimas semanas sobre el convenio urbanístico que el ayuntamiento pretende entregar en bandeja de plata a Peter Lim, me pareció curioso el símil que usó José Antonio Pérez –presidente de la asociación Libertad VCF- para referirse a las aparentes lagunas del superconcejal José Marí Olano este pasado lunes en el programa 90 Minuts con Montalt y Folgado: “¿Sabéis la película 'Men in Black', la pistola aquella que te ponían ante los ojos y te borraban los recuerdos? Daba la sensación que le habían hecho esto”.

Oye, la cosa cuadra. La existencia de neuralizadores –así se llaman estos aparatitos que, más que pistolas, se asemejan a un bolígrafo sobredimensionado- fuera de la ficción cinematográfica explicaría gran parte de los problemas que acucian actualmente al Valencia CF. 

En lo que respecta a Marí Olano, justificaría el desconocimiento que alega tener en la actualidad sobre el contexto que rodeó el proceso de venta de 2014 a Peter Lim, cuando hace apenas cinco meses estuvo presente en un acto en La Petxina con más representantes de la clase política en el que se explicó con pelos y señales el camino que nos ha llevado a la encrucijada actual. Quizá a la salida del recinto, Olano fuese abordado por el Agente J (Javier Solís), hombre de negro perfectamente trajeado, quien le ‘flasheó’ con el aparatito para que olvidase todo lo que había escuchado en dicho acto.

También le serviría como pretexto otro de los usos del neuralizador: no sólo te borra los recuerdos, sino que puede sustituírtelos por el relato que el usuario del chisme quiera meterte en la cabeza. Por ejemplo, modificarte el orden de relevancia de los diferentes colectivos del entorno blanquinegro. 

Sólo así se explica que, por ejemplo, Olano se haya sentado en último lugar con Libertad VCF, la asociación que más y mejor agrupa los intereses societarios y accionariales del valencianismo, y haya dado prioridad días antes a individuos con reputación dañada como Vicente Vallés o un Fede Sagreras que, de tanto navegar entre varias aguas, acabará metafóricamente ahogado. Particularmente flagrante lo del primero: el presidente de la APAVCF centró sus quejas ante el superconcejal en que, vaya por Dios, Lim no ha hecho un esfuerzo económico para reforzar la plantilla este año (sic). ¡Inadmisible! Sobre el resto de desplantes del bróker de Singapur hacia el valencianismo, parece que tuvo poco o nada que objetar.

Lo dicho: un neuralizador en manos equivocadas justificaría gran parte de los ejercicios de desmemoria y olvido que venimos observando desde hace años en esta ciudad. Nos ayudaría a entender cómo la sociedad valenciana recibió con los brazos abiertos a un señor de Singapur que hizo su fortuna con la especulación de activos. O esclarecería, por ejemplo, cómo pudo su vástago Kiat Lim –el Agente K- comprometerse y dar su palabra hace casi un año de que la Junta General de Accionistas de 2023 volvería a permitir el acceso a aquellos accionistas poseedores de nueve acciones… y que, a dos meses de la cita, sigamos sin noticias oficiales del asunto. Tienen tiempo todavía, pero el reloj corre.

Explicaría también que muchos aficionados olviden con una facilidad inusitada que el equipo estuvo a un puñado de minutos y un par de goles de caer a Segunda División el pasado mes de junio. 

Que se hayan presentado casi media docena de proyectos diferentes para el Nuevo Mestalla en los últimos años y todavía no se haya movido ni un ladrillo en Cortes Valencianas, mientras la minuta de Mark Fenwick no para de aumentar. 

O que los brazos ejecutores de Lim en España lleven toreando nada menos que nueve años a las autoridades políticas de València y la Generalitat sin que, hoy por hoy, se les haya penalizado de ningún modo serio. Porque caducar una ATE para conceder un convenio con las mismas ventajas no lo es. Es más, la postura proclive de María José Catalá y Marí Olano (“yo no tengo ni cartera, mi concejalía sólo tiene dos misiones, y una de ellas es desatascar el Nuevo Mestalla", dice entre bastidores) a regalarle el convenio a Lim con millones de euros de beneficios y cómoda flexibilidad en los compromisos apunta a que alguno de los agentes trajeados del magnate en la ciudad ha tirado de fogonazo para hacerles olvidar a alcaldesa y concejal los años de incumplimientos para con la ciudad y sus ciudadanos. 

Porque esto, curiosamente, también se suele olvidar: si a Lim le saliese de los pantalones –tal y como Amadeo y Aurelio prometieron en su nombre-, mañana mismo podría reanudar las obras del Nuevo Mestalla poniendo la pasta sobre el tapete y sin necesidad de convenio.

Por último, cabe lamentar los devastadores daños que un uso intensivo del neuralizador puede provocar en ciertos sujetos, que en las últimas semanas admiten haber sido engañados hace diez años por las promesas que Lim y sus comerciales en Valencia hicieron a la afición. Puede que al fin remitiesen los efectos del ‘flash’, quién sabe. 

Aunque, más que pensar en los hombres de negro, me vino a la mente aquella mítica escena en el Café de Rick de ‘Casablanca’. Tras recibir órdenes de un superior, el capitán Louis Renault congrega a sus hombres durante una animada velada en el casino clandestino, interrumpida por el silbato del gendarme francés. Se encara con el susodicho Rick (Humphrey Bogart) y suelta el bombazo: “¡Qué escándalo! ¡Qué escándalo! ¡He descubierto que aquí se juega!”, clama el policía… mientras el jefe de sala le acerca discretamente el fajo de billetes y murmura en voz baja: “Sus ganancias, señor”.


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