VALENCIA. Miguel Quiroga, el piloto del vuelo de la aerolínea boliviana LaMia que se estrelló a última hora del lunes pasado en el departamento colombiano de Antioquia con 77 personas a bordo, tenía un procedimiento judicial abierto con el Ejército de Bolivia, con quien había trabajado antes de ser piloto comercial.
Así lo explicó el lunes el ministro de Defensa, Reymi Ferreira, y lo ha confirmado este martes el ministro de Obras Públicas, Milton Claros. En rueda de prensa, Ferreira señaló que Quiroga tenía "un juicio con la Fuerza Aérea boliviana (FAB)" y que incluso "contaba con un mandamiento de apremio", ya que éste había dejado las filas de la FAB de forma irregular.
Tal y como explicó, el ministro de Defensa recordó que tanto él como otros que estaban en su misma situación "recibieron una formación profesional" por valor de entre 40.000 y 50.000 dólares.
"De pronto, a media carrera, en lugar de cumplir con el acuerdo y volcar esos conocimientos y destrezas a favor de la FAB y el Estado, prefieren renunciar y solicitar su baja", señaló, según declaraciones recogidas por la Agencia Boliviana de Información (ABI).
Además de mostrar "falta de compromiso", Ferreira apuntó que una vez que se realiza este curso, que financia el propio Estado --y que cuenta con becas de desplazamiento a Estados Unidos y Europa--, no se abandona la institución hasta haber cumplido los años de servicio respectivo.
El ministro explicó que ni Quiroga ni sus otros cinco compañeros tenían razón justificable para abandonar la FAB. Por su parte, Milton Claros ha subrayado que no se puede pasar de la FAB a una actividad privada.
"Un piloto que tiene una carrera militar no puede pasar directamente a una actividad privada", ha explicado en una entrevista con la cadena RTP. "Por eso este señor, Quiroga, que era el piloto de la aeronave (que sufrió el accidente), tenía un proceso en la Fuerza Aérea", ha añadido.
Quiroga pilotaba el avión en el que viajaba el equipo de fútbol brasileño Chapecoense que, tras estrellarse en un cerro ubicado al sur de Medellín, dejó un saldo de 71 muertos y seis supervivientes.