VALÈNCIA. Siempre se ha dicho que un buen entrenador es aquél que sabe sacar partido a los jugadores que tiene en su equipo. Uno puede tener sus ideas tácticas preconcebidas pero necesita que los hombres que tienen que desarrollarlas sean capaces de plasmarlas en el terreno de juego. Muchos entrenadores son extremadamente estrictos en sus ideas y no son permeables a experimentar unas soluciones tácticas distintas a sus convicciones. No hay que ser siempre acero en la vida. En ocasiones es conveniente ser flexible como el bambú. De la capacidad de ser moldeable derivan éxitos que quizás no se conseguirían de una actitud más hermética.
Mucho se ha hablado de las similitudes entre los dos técnicos que se enfrentaron en las semifinales de Copa. A ambos les gusta que sus equipos sean aguerridos, agresivos, intensos, luchadores, serios tácticamente, peleones hasta el último suspiro, que no den un balón por perdido y que compitan hasta el pitido final. Bordalás y Marcelino logran que sus jugadores se entreguen y ese es un mérito Indiscutible de ambos técnicos. Pero para mí ha habido una gran diferencia entre ambos que ha decantado la balanza en la eliminatoria del lado de Bordalás.
Mientras Marcelino no ha variado su filosofía del rígido 1-4-4-2, Bordalás ha sido mucho más versátil y práctico. Ha sabido variar de su sistema clásico al 1-5-4-1 con el que ha superado al equipo de Marcelino. Bordalás cerró todos los canales de entrada al At. de Bilbao. Cortó cualquier intento de correr al espacio de Williams, que es lo más peligroso del equipo bilbaino. Sólo lo pudo hacer hacer en una ocasión en todo el partido y la defensa valencianista reaccionó convenientemente. Una vez cortada esa posibilidad el Valencia cerraba bien las bandas con dos hombres en cada lado del terreno.
Gayá y Bryan por izquierda y Hugo Duro o Guedes con Foulquier por derecha. En el centro de la defensa las tres torres valencianistas Diakhaby, Paulista y Alderete dominaban el juego aéreo ante Williams y Raúl Garcia. Por el centro Carlos Soler e Ilaix Moriba se las veían con Dani García y Vesga. Arriba Guedes o Hugo Duro se peleaban con los centrales bilbainos. Mamardashvili estuvo seguro en los escasos balones que tuvo que atajar. El repaso táctico de Bordalás a Marcelino en este partido y en el de ida ha sido diferencial. Guedes puso la guinda con el cañonazo al borde del área y dió la victoria al Valencia y el pase a la final.
Totalmente merecido. El partido fue de un gran sentido táctico y con poquísimas ocasiones pero la pegada de Guedes decantó el partido del lado valencianista. La defensa valencianista estuvo realmente muy acertada con un gran trabajo colectivo y con un Paulista que le ha dotado a la zaga de esa solidez de la que ha adolecido durante la temporada liguera.
Con todo ello el Valencia consigue el paso a la final con una afición totalmente volcada y mostrando su apoyo incondicional al equipo como siempre. La afición se merece también este premio tras una temporada tormentosa. Bordalás y sus jugadores se merecen el aplauso por este logro.
Veremos lo que nos depara la final pero habéis devuelto la felicidad y la alegría a los aficionados valencianistas. Bordalás ha sido más moldeable a su filosofía táctica y superó a la ortodoxia táctica de Marcelino. Enhorabuena míster y enhorabuena jugadores. Tenéis el apoyo de todos para conseguir el título de Copa y con ello jugar la Europa League el año próximo. Bordalás ha vencido a Marcelino.¿Doblegará también a Pellegrini? La solución el 23 de abril en el estadio de la Cartuja de Sevilla.