El Profe Bordalás

VALÈNCIA. El otro día, cuando vi a Bordalás en persona, me recordó a un profesor de colegio de los de mi generación. Con esas gafitas, repeinado, con la barba perfilada y gesto impasible. Impoluto y estirado. El típico maestro de escuela de antaño que tantas veces nos ha regañado y puesto deberes a saco, pero también enseñado más de lo que creíamos.

Bordalás es ese profesor exigente, cabroncete y con pocos amigos que saca lo mejor y lo peor de ti. Ese con el que tienes pesadillas las primeras semanas pero acabas adorándolo por lo que te aporta a todos los niveles. Te saca lo mejor porque te hace esforzarte si quieres tener nota ollegar a aprobar el curso; te convierte en lo peor porque hay momentos en los que la presión y la tensión te puede llegar a superar y es ahí donde debes ser fuerte mentalmente.

Todos hemos tenido profes así, que en un momento determinado podíamos maldecir pero que, con el paso del tiempo, todavía recordamos sus enseñanzas y lo que nos aportaron. Con un futbolista pasa exactamente igual. En Valencia hemos conocido muchos casos de “profes” que han hemos mejores a los futbolistas –seguro que se os ocurren un montón de ejemplos en la época dorada del valencianismo-.

Don José es ese profesor que, a diferencia del resto del claustro, te habla de usted y se dirige con cierta distancia -mirándote con las gafas a medio poner- únicamente siendo cercano en momentos muy puntuales y significativos. Que sabe marcar la diferencia entre escenarios y que conoce la realidad del colegio, de la enseñanza y de los estudiantes. Sabe cómo actuar en cada momento.

Pero son esos maestros los que se convierten en líderes, en referentes para cualquier alumno, estudiante o futbolista. Buena prueba de ello es la buena acogida que, en primera instancia, ha tenido en el vestuario un entrenador con este perfil.

En la plantilla tienen ganas de conocer su forma de trabajar, su discurso interno y, también, hasta dónde puede llegar esa capacidad de mejora individual y grupal que ha prometido en público y en privado. Eso el futbolista lo valora, tanto para intentar conseguir esos objetivos individuales (ser internacional, mejora salarial, aumentar su valor de mercado,buscar otro gran contrato…) pasando por lo grupal (pelear por Europa, luchar por objetivos concretos, agradar a la afición…).

Evidentemente que te guste un profesor no quiere decir que estés de acuerdo con el propietario, director o actual jefe de estudios del colegio. Uno puede estar encantado con las enseñanzas de un docente, pero estar profundamente molesto por cómo el director –o el propietario- estállevando el centro educativo.

De hecho ¿Cuántas veces hemos visto cómo han sido despedidos buenos profesores de centros educativos de manera injusta? ¿O cuantas veces hemos visto como el director o el propietario de un centro educativo no ha invertido lo suficiente en el colegio como para que esté decente?

Es un poco lo que ha pasado en este club. Echaron a nuestro profe favorito y al jefe de estudios que habían hecho que fuera el mejor colegio del momento. Además, el director y el propietario bajaron el listón de exigencia, calidad y enseñanza para terminar por no invertir en mejores instalacionesenfadando a padres, estudiantes, amigos y vecinos. ¿Resultado? Ni Estadio, ni éxitos deportivos y, encima, mosqueo con el entorno por decisiones sociales y económicaspoco convenientes.

Pero no por ello podemos dejar de apoyar y querer ver cómo va el curso con este nuevo docente. El profesor Bordalás viene a enseñar y a aprender con su imagen de pocos amigos, estirado y repeinado. Viene a demostrar que por muy feo y mal que esté el colegio actualmente por culpa del director, tenemos una buena clase para sacar mejores notas.

Así que empieza un nuevo curso, no sé si con la misma ilusión para todo el mundo, pero sí con ganas de intentar sacar al menos un notable con este profesor y dejarnos ya de medianías con los últimos aprobados y suspensos.