VALÈNCIA. En una plantilla de 12 jugadores es muy poco probable que todos aporten y sean importantes el mismo día. El entrenador debe ir apretando teclas y colocando el puzzle hasta que las piezas encajan a la perfección (o al menos que se le acerque). Anoche, Jaume Ponsarnau consiguió completar ese tetris para que Valencia Basket sacara una victoria agónica en Andorra y sus jugadores fueron la clara muestra de lo mejor y lo peor. Los que no tienen su día y los que se echan al equipo a sus espaldas. Sin medias tintas. Guillem Vives, Antoine Diot, Joan Sastre, Louis Labeyrie y Bojan Dubljevic fueron los encargados de hacer el 'clic'.
En el inicio del duelo, Ponsarnau tenía más cerca ese quinteto que le iba a sacar las castañas de lo que creía. Esos mismos cinco jugadores, cambiando a Diot con San Emeterio, protagonizaron un arranque casi de vértigo con un parcial de 5-13. Sin embargo, fueron cambiar algunas piezas y la torre se vino abajo. Con Van Rossom a los mandos, el equipo perdió fluidez y la solidez defensiva que aportaban hombres como Vives, Sastre o Dubljevic se transformó en caos con su ausencia.
Fernando San Emeterio completamente desacertado con un 0/6 en tiros de campo. Will Thomas con dificultades para encontrar el aro. Mike Tobey fallando canastas debajo de canasta. Doornekamp perdido en ataque y en defensa. Matt Thomas con intermitencias. Abalde desaparecido.
Toda esta sucesión de jugadores en combinación con los cinco que finalmente salvaron al equipo estaban siendo incapaces de dar una respuesta a la velocidad que MoraBanc Andorra estaba imprimiendo en la pista. Esto se tradujo en una ventaja local de 13 puntos en el tercer cuarto. La sensación era de absoluta impotencia.
Y entonces Ponsarnau encontró la respuesta. Un quinteto atípico formado por Vives (16 puntos, 3 rebotes, 1 asistencia, 3 recuperaciones) de base, Diot (2 puntos, 5 rebotes) de escolta, Sastre (9 puntos, 3 asistencias) de alero y Labeyrie (9 puntos, 10 rebotes) y Dubljevic (14 puntos, 6 rebotes, 2 asistencias, 2 recuperaciones) como pareja interior fue la solución al problema. Los tres exteriores abriendo el campo. Los pívots inmensos en el rebote. Los cinco defendiendo como equipo. Dubljevic tomando la responsabilidad en los últimos ataques.
La gran diferencia con los otros siete jugadores es evidente. Estos hicieron una media de un más menos de casi -10 puntos. Valoración media de 0,3. Los cinco, por su parte, subieron esa media hasta un más menos de +13,8. La valoración, más de lo mismo, ascendió a 13,6. Para MoraBanc Andorra estos cinco jugadores fueron el quinteto de su muerte. Para Valencia Basket fueron el quinteto de la vida.