VALÈNCIA. El pasado verano Meriton borró de la faz de la tierra a Anil Murthy como si todos sus problemas los hubiera generado el presidente que Lim puso y mantuvo durante cinco años (y como si finalizaran con su salida de la ecuación). Desde entonces tanto el club como sus respectivos canales comunicativos (propios y ajenos) nos vienen vendiendo voluntad de cambio y una nueva era.
Algunos mantenemos que nada ha cambiado, excepto la enésima capa de maquillaje. La pesadilla continúa porque el club sigue en manos de Peter Lim y ahora los cargos más altos del ranking los ocupan Layhoon y Kim Koh. El proyecto es el mismo de 2015 y aquello acabó con una crisis en la que la presidenta le pidió ayuda a Tebas, quien colocó aquí a Mateu Alemany.
Quitando los dos años de Mateu Alemany, con Marcelino en el banquillo, la enfermedad que supone Meriton ha podrido al Valencia CF hasta vulgarizarlo y arrastrarlo sin miramiento ninguno por el lodazal. Sin metas deportivas y con una mediocridad que se ha filtrado hasta el tuétano de los huesos del murciélago. Esa insignificancia se ha metido tan adentro que si algún día los actuales propietarios decidieran vender y quien llegara quisiera reflotar este equipo (que ya veremos a quien le vende Peter algo por lo que no tiene el mínimo cuidado ni aun siendo el accionista mayoritario), va a tardar años en quitar toda la herrumbre que inunda cada área de la entidad.
El club desprende conformismo y mediocridad allá por donde uno eche mano. Y en ese apartado destaca el director técnico de atrezo que Meriton ha escogido esta vez. Como las cosas no han cambiado, es el mismo responsable que estaba en la parcela deportiva desde 2020 con Murthy, Miguel Ángel Corona.
Su currículum para llegar a ser director técnico de una entidad como el Valencia CF cabe en la tapa de un Danone. La única experiencia de Corona desde la dirección deportiva antes de llegar a Mestalla se circunscribe a dos años en el Almería (club en el que hizo carrera como jugador). Se hizo cargo del área deportiva del club andaluz en la temporada 2017/18. Los resultados dicen de su planificación deportiva que además de tener tres entrenadores en su primera temporada (Ramis, Fran Fernández y Lucas Alcaraz), el equipo rojiblanco quedó en la décimo octava posición de la tabla con los mismos puntos (48) que el primero de los 4 equipos que perdió la categoría (la Cultural Leonesa). Al año siguiente el Almería quedó décimo de la mano de Fran Fernández (a quien ya recurrió el año anterior). Ese verano de 2019 ficha como entrenador al valenciano Oscar Fernández, quien no llega ni a debutar porque el jeque Turki Al-Sheik compra el Almería y lo destituye. Pese a prescindir del entrenador que él había elegido Corona continuó, aunque no mucho más. Tres días más tarde Al Sheik le enseñó la puerta de salida. El resto es sabido, llega al Valencia CF en enero de 2020 de la mano de César Sánchez y cuándo César se marcha meses más tarde, él continúa… y así estamos a día de hoy.
Cada uno es libre de elegir entre sueldo o dignidad, es totalmente lícito. Eso sí, si eliges lo primero luego no puedes pedir en el trato lo segundo.
Y sin embargo, con todo y con ello, Corona no es más culpable que de aceptar estar en un cargo que nadie quiso (cuando a Ramon Planes, entre otros, le explicaron de qué iba el juego prefirió irse a Getafe). El problema es que en un club de fútbol normal la dirección deportiva es uno de los puestos más importantes en el organigrama. El problema es lo barato que es ahora ocupar puestos de responsabilidad en este Valencia de Meriton.
Que Corona se ufane de la plantilla que tiene yendo el décimo clasificado, que diga que no le cojea ningún puesto estando en la zona intrascendente de la tabla clasificatoria o que diga que la meta del equipo es mantenerse en "esa posición en la que no hay riesgo y que veamos a lo mejor alguna ilusión", es simplemente el síntoma de en lo que Meriton ha convertido al Valencia CF.
Más allá de ser un colaborador necesario en este teatrillo del anuncio de unos inexistentes nuevos tiempos, Corona no es la enfermedad en sí. Es simplemente un síntoma (e incluso una consecuencia) de un club sin más meta deportiva que ser un negocio más del propietario (Peter Lim dixit en el Financial Times) y una pieza más del engranaje de la sociedad Lim-Mendes.
La realidad es la que es y Layhoon dejó bien claro el 12 de diciembre (en la rueda de prensa post Junta General de Accionistas) que las plantillas iban a continuar siendo de perfil bajo, y Gattuso (quien al menos no elude la realidad en las ruedas de prensa y da la cara pese al desgaste que ello le pueda producir) ya dijo en una entrevista que Lim le ha dicho que no le pueden traer buenos jugadores.
El problema es que en otros tiempos Mestalla hubiera bramado y rugido, y alguno no se atrevería a salir de casa. A día de hoy nada de eso queda ya. Y es que en la confusión, la mentira y la propaganda, sí son los números uno. Por eso, en lugar de celebrar, títulos o fichajes de futbolistas que hacen falta como el respirar, el club celebra la contratación de embajadores. Eso sí, con una armonía preciosa.