El tronco y el bosque

VALÈNCIA. Llegó el día en que Marcelino volvió a Mestalla. Para desesperación de aquellos que intentaron echar pozales de herrumbre sobre los logros del asturiano, Mestalla habló y lo hizo alto y claro. Dos ovaciones cerradas, antes y después del partido, y hasta en tres ocasiones la grada coreó su nombre.

Quien suscribe nunca tuvo duda del reconocimiento de la grada al asturiano pese a que algunos llevan dos años desviando de manera intencionada el debate. Quienes defendimos que su destitución era la enésima (y más gorda hasta el momento) aberración de Meriton no lo hacíamos tanto por la persona en sí (cuyos logros hablan solos) si no por poner el acento en la lamentable gestión caprichosa y nada profesional dictada desde Singapur y ejecutada en Valencia por los asalariados del máximo accionista. El acierto de las decisiones de quienes destruyeron aquel modelo en los dos siguientes años también han hablado por sí mismas.

Se desvió el debate de la gestión del club para centrarlo en los posibles errores del asturiano. Que los tuvo, no cabe duda alguna; pero esto no iba de Marcelino. Además de que quien aglutinó los mayores argumentos de carga contra la labor del asturiano está ahora en Mallorca y salió del club por la puerta de atrás dejando a todos sus furibundos defensores con el trasero al aire, tan visible como descubierto.

Al final el tiempo y la realidad dejan las cosas en su sitio, y por más que algunos pensaran que una campaña de ruido en redes sociales podía tapar la realidad, el sábado sonó la verdad clara y atronadora dejando patente aquel viejo proverbio chino que reza que hace más ruido un tronco cuando cae que un bosque que crece. Parece que hay muchas viudas por más que se las quiera poner una etiqueta despectiva y prefabricada desde el discurso oficialista.

El aplauso a Marcelino tuvo tanto de reconocimiento al asturiano como de repulsa a Meriton. Fue una muestra más de la brecha abierta que recuerda el divorcio que desde la cúpula del club se ha labrado día a día desde aquel 11-S de 2019. Las constantes muestras de desprecio al aficionado del club en entrevistas a medios británicos recordando que el club es suyo y que el aficionado aquí no pinta nada (con su sublime "es lo que hay" en el twitter oficial del club tras el 5-2 en el Camp Nou el día del debut de Celades). Que cada muestra de reconocimiento a Marcelino el sábado fuera seguida desde la grada con cánticos contra Anil Murthy y contra Peter Lim no es casualidad, es la materialización evidente del divorcio entre el valencianismo y sus circunstanciales rectores.

El discurso oficial dirá que Marcelino es pasado, y lo es; pero la reacción el sábado es contra el presente, contra los actuales rectores del club y les envía un mensaje de que no hay vuelta atrás. Un signo bien claro de cómo actúan unos y otros es que al acabar el encuentro Marcelino agradeció en sus redes sociales la acogida del público en su vuelta a Mestalla. La web oficial del club no hizo mención alguna (ni gráfica, ni de palabra) al hecho, poniendo de manifiesto otro refrán (éste, castellano) "lo que dice Miguel de Paco, habla más de Miguel, que de Paco".

PD: el mismo Valencia CF que veta a periodistas ha firmado un convenio con la Universidad UCH-CEU "para promover la formación en el sector de la comunicación". En el discurso de presentación del convenio Anil Murthy dijo que: "los periodistas deben hacer las preguntas adecuadas a las personas adecuadas". Lo dice el presidente de un club cuyos rectores no dan una rueda de prensa (a excepción de las del entrenador de turno) para responder preguntas desde hace dos años -y el que las daba (Mateu Alemany), fue despedido-. La pantomima se contesta por sí misma. 

Y por cierto, para el CEU: El convenio es una vergüenza absoluta. Firmar un convenio de Periodismo con esta gente es como si los Vengadores firmaran un convenio con Thanos, como si James Bond lo firmara con Spektra, o como si Aguas de Valencia lo firmara con los Gremlins.