VALÈNCIA. El Valencia CF pagó esta semana el primer pago de las nóminas de la plantilla correspondientes a la temporada 2020-21, según ha confirmado el club este miércoles. La tesorería del club, a diferencia de lo que ocurrió en agosto, estaba en disposición de hacer frente a sus obligaciones de pago con sus futbolistas y ya las ha cubierto.
A principio de febrero, el Valencia ingresó en la cuenta corriente de sus jugadores el primer importe del salario de la plantilla, correspondiente a la mitad de la nómina anual, y el segundo lo realizará a finales de agosto.
Con motivo de la pandemia por la covid-19, el club pactó con los capitanes una nueva periodicidad en los pagos. Habitualmente se habían venido realizando en enero y julio, pero en este curso se acordó que los jugadores cobrasen en febrero y agosto, es decir, un mes más tarde.
Tras la tirantez y la tensión que se vivió con los jugadores entre marzo y abril de la temporada pasada, cuando el club sacó adelante un expediente de regulación temporal de empleo (ERTE) que sufrieron los empleados no deportivos, y una reducción salarial, con diferentes escenarios, que afectó a los jugadores, este curso la sensación es que no habrá problemas.
El único hándicap es que la pandemia no se controlase y que la competición tuviera que detenerse. Mientras eso no suceda, el club no tendrá problemas para cumplir con sus obligaciones tanto para los trabajadores deportivos como para los no deportivos.
El remanente económico del que disponía la entidad, que se incrementó tras la salida de Kondogbia, permite pagar la mitad del salario anual de los tres jugadores que han llegado cedidos en la ventana de fichajes de invierno y hacer frente al pago del sueldo del resto del equipo.
A diferencia de lo que ocurrió en agosto, cuando el club tuvo que recurrir a una financiera como Gedesco para solucionar el problema con los pagarés que el club había ofrecido a la plantilla para pagar la segunda mitad de las nóminas, este año se pagará como se hacía habitualmente.
En aquel momento, Peter Lim no quiso avalar personalmente los pagarés, como habían solicitado los capitanes, y el club tampoco encontró una entidad bancaria que pudiera asumirlos como había hecho siempre que aparecían problemas de liquidez.
La solución fue firmar un crédito de 31 millones con Gedesco para avalar el pago de las fichas a la plantilla, pese a que esto repercutió en la deuda de la club y en una mancha reputacional.