Lo único constatable es que no hay rendimiento colectivo, ni las aportaciones individuales, ni los números y, sobre todo, las expectativas. Tenemos ahora mismo, la aceptación general de las carencias en que compite el Valencia
VALENCIA. Desolación es la palabra que mejor describe el estado actual de una gran parte del valencianismo. De la mayoría diría yo. Resignación y sometido al potro de tortura. Mestalla se ha rendido. Pero debería de levantar la voz. El Valencia no es un equipo fiable esta temporada. Le falta mucha personalidad, carácter y calidad para jugar en esta situación. Vive en un estado de confusión.
Con el Valencia acercándose peligrosamente a la zona de descenso, pienso que ha llegado el momento de exigirle al dueño del club que dé un paso adelante, que tome medidas y, que sobre todo, que el Valencia debe salir si o si al mercado de invierno el próximo 1 de enero, para reforzarse en casi todas las líneas, pero gastándose algo de dinero, que lo hay, y de cumplir con la palabra dada a Prandelli antes de firmar el italiano de que tendría refuerzos en enero. Le dijo que cumpliendo el Fair-Play financiero, habría fichajes.
Hay momentos en los clubes de fútbol, en los que el que manda o preside, en este caso el dueño, está obligado a dar un paso adelante y a asumir la responsabilidad. Sí se le puede exigir esto. Porque la gestión está siendo un desastre se mire por donde se mire. Un Valencia que casi siempre a lo largo de su historia ha sido un equipo grande, ahora se está comportando como un equipo pequeño.
Más allá de cualquier análisis deportivo, los resultados mandan. Y no son nada buenos para el Valencia. 12 puntos de 42 posibles. No ve la luz al final del túnel. Y una cosa clara. Jugando así, como en la segunda parte ante el Málaga, el Valencia es candidato a bajar a Segunda División. Así de claro. Sin fichajes de calidad corre el riesgo de descenso.
Ya sabemos que quedan 24 jornadas y muchos puntos en juego, pero las sensaciones son muy malas por mucho que estemos en la jornada catorce. El escenario es muy delicado y el miedo está en el cuerpo del valencianismo. No es que sea una garantía de acierto el mercado de invierno, pero el Valencia necesita refuerzos, los traiga quien los traiga.
Que Peter Lim saque algo del talonario y que refuerce la plantilla del Valencia, porque el partido del domingo constató una vez más, que el equipo o reacciona ya o va a pelear por no descender. Y no crean eso de que no se entera de nada. Sí que se entera aunque no venga por aquí. Está al corriente de lo que piensa la gente y de lo que está pasando en Valencia, y de lo que se dice de su mala gestión deportiva. Y de que la gente cada vez va menos a Mestalla. Sí le llega todo en Singapur. Lo sabe casi todo.
Ahora parece que el sistema de cinco por el que ha apostado Prandelli parece que no les acaba de entrar a los jugadores. Cualquier sistema puede ser bueno siempre y cuando esté bien trabajado durante tiempo y éste no lo ha tenido Prandelli, y aparte, tener a los jugadores indicados para jugarlo. A la defensa le siguen creando ocasiones de gol y le hacen goles en cada partido. Es el eterno problema defensivo del Valencia. El débil centro del campo al final no es capaz ni de defender ni de crear ocasiones. Y, arriba, sin un delantero centro puro al que haya que tirarle el balon, se necesitan tener muchas ocasiones de gol. Son muchas las cuestiones que fallan. Ese es el problema del Valencia. Quizás una carencia se encuentre más relacionada de lo que parece con la otra.
Nadie le va a exigir a Prandelli que clasifique al Valencia para Europa. De momento, no tiene equipo para eso. Eso sí, lo que todos los aficionados piden al técnico italiano es que acierte.
El Valencia si tiene futbolistas para algo más que los 6 puntos de 21 posibles con él. Prandelli tiene que empezar a acertar para su credibilidad en el vestuario. Peter Lim tiene una responsabilidad contraída con el Valencia. Por eso lo compró. Y hay que dar la cara, pero el Valencia hay que reforzarlo. Ese es el debate a día de hoy, el de los fichajes. 12 puntos de 42 posibles, y el público resignado e indiferente. Es dramática la situación que hay. Este año 2016 ha sido horrible. Un balance desolador. De 18 partidos sólo ha ganado cuatro y ha perdido diez.
El fútbol es un estado de ánimo. Y, psicológicamente, el equipo está tocado, y el ánimo por los suelos. Y ni la falta de presión del entorno a la plantilla es excusa. No está sabiendo ser equipo. Y se va yendo. Alguna tecla tiene que tocar Prandelli para que no ocurra eso. No consigue jugar al fútbol porque es un problema mental. Y están prisioneros de esa tensión. Y sin una meta clara ni realista, nadie sabe qué hacer ni a dónde ir. Quizás, haya que entrenar la mente para revertir esta tendencia derrotista.
El equipo hay que arreglarlo en la medida que sea en el mercado de invierno. Hay que trabajar más. Y gastarse dinero, aunque si el señor Lim no quiere ponerlos, se pueden firmar jugadores baratos si hay un trabajo detrás. Si hay un trabajo se pueden reforzar las posiciones y se pueden solucionar las cosas. Si no hay mejoría habrá que pensar que el problema es mayor.
Lo peor de la actual situación deportiva es que no se atisba a corto plazo la posibilidad de una reacción inmimente. El Valencia está en caída libre. Lo único constatable es que no hay rendimiento colectivo, ni las aportaciones individuales, ni los números y, sobre todo, las expectativas. Tenemos ahora mismo, la aceptación general de las carencias en que compite el Valencia. En Anoeta este sábado hay que salir con el cuchillo entre los dientes. No cabe otra. Y que el dueño se gaste dinero en mejorar la plantilla diseñada en verano. Sin fichajes ya se sabe cuál es el destino.