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opinión

El Valencia perdió 1-2 contra el Barça

La ausencia de VAR produce monstruos y sin que un equipo se percate puede quedarse sin capacidad de remontada y perder moralmente un encuentro después de disputado...

30/11/2017 - 

VALÈNCIA. El Valencia perdió 1-2 el domingo pasado contra el Barça. Es posible que cegados como estamos por nuestra pasión adolescente con el marcelinato no nos hayamos enterado, pero varios medios informativos, incluida una casa de apuestas, reconocen unilateralmente la victoria del Barça en Mestalla. Los apostantes que se la jugaron por el 1-2, obtienen rédito.

Lecturas varias tras la primera derrota del Valencia esta temporada. Es una pena que el primer gol, tras fallo de Neto (un portero que falla bien poco), no subiera al marcador en ese mismo instante sino que lo hiciera a posteriori. Quizá el equipo, anegado de convicción tras el descanso, podría haberse repuesto, podría haber redoblado sus esfuerzos, enseñar aún más sus colmillos y finalmente haber remontado el partido. Al menos igualarlo. ‘Un error clamoroso del árbitro evita la victoria del Barça’, leí en un titular urgente, antes, claro, de que se confirmara la incorporación del gol. Aquel tanto fantasmagórico tenía valor de gol de oro, imagino, el gol que acababa con el partido. Qué más da lo que pudiera haber pasado después, ese gol daba automáticamente la victoria.

La ausencia de VAR produce monstruos y sin que un equipo se percate puede quedarse sin capacidad de remontada y perder moralmente un encuentro después de disputado. 

Más. Todos los presentes reconocieron sin sutileza que el gol que no subió inicialmente al marcador debió subir. Y no pasó nada. La evidencia sienta cátedra. Se lo podrían aplicar los altavoces más forofos y potentes, tantas veces capaces de negar la obviedad con trucos de magia. Es evidente que la ausencia de tecnologías que cubran acciones puntuales del juego es una carencia clamorosa. El contexto armó de la cuestión una disputa que tipos justos como Ernesto Valverde se cargaron de inmediato: la misma chapuza que hoy nos ha perjudicado el otro día nos benefició. La rectitud de Valverde es un antídoto letal contra tantos manolos y chiringuitos convertidos en aireadoras de inquina. 

Ojalá que el gol hubiese subido al marcador justo en el momento en el que el balón entró. El Valencia habría tenido la oportunidad de igualar o incluso remontar. Y puestos a pedir es probable entonces que la noticia hubiese sido la verdaderamente relevante: lo que se vivió el sábado en Mestalla fue algo importante. Para el equipo, pero también para LaLiga (si es que la competición y su sistema tuvieran en cuenta a sus periferias). Una ebullición colectiva digna de una celebración de título… pero sin título. Demuestra el momento idílico en el que está instalado el valencianismo: celebra cada instante sin necesidad de fijarse un objetivo concreto. Son momentos que solo suceden cuando tu ciclo está de subida después de un intenso tiempo de meseta. 

Aunque se perdiera 1-2, la primera derrota de la temporada, la conjura prosigue. Continúa la rebeldía. 

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