VALÈNCIA. El Valencia Basket ha confirmado en la segunda mitad de 2020 que ya puede codearse con soltura e incluso ganar a los grandes clubes del baloncesto femenino español, un logro muy trabajado que ha conseguido en apenas dos años arropado eso sí por una sólida estructura de club y un potente presupuesto.
El equipo que dirige con ambición, garra y talento Rubén Burgos cerró este complejo año el pasado domingo con una sólida victoria en la pista del Casademont Zaragoza (62-91) que le mantiene al acecho del Perfumerías Avenida, el único equipo que le ha derrotado hasta ahora en la Liga Femenina y que necesitó de una prórroga para doblegarle.
Esa ajustada derrota, la ausencia de cualquier otra y el triunfo logrado en la cancha del Spar Girona, el otro gran dominador del baloncesto femenino español en los últimos años, confirmó que el conjunto valenciano ya está listo para tutear a ambos en la que es su tercera campaña en la máxima categoría.
La pandemia y la abrupta suspensión de la temporada 2019-20 obligó al Valencia a saltarse en su acelerado crecimiento la etapa de competir contra ambos sin tener una plantilla comparable pero también sin presión. También abortó la que estaba siendo una exitosa primera participación en la Eurocopa, la segunda competición europea, en la que se le intuía buen futuro.
La completa estructura de club de la entidad valenciana, la contribución de sus máximos accionistas Juan Roig y Hortensia Herrero y su declarado objetivo de darle la misma importancia al baloncesto masculino que al femenino permitieron al Valencia dar un paso más este verano y construir una plantilla que teóricamente estaba a la altura de las mejores de la Liga.
La llegada de las internacionales españolas Cristiana Ouviña, base, y Laura Gil, ala-pívot, sumaba hambre, calidad y experiencia al tiempo que consolidaba un grupo nacional al que se unió tras un año cedida la prometedora interior Raquel Carrera, que ha confirmado las expectativas.
Además, el fichaje de la exterior australiana Rebecca Allen, un talento defensivo y ofensivo, fue la guinda de un mercado en el que también sumó a la lituana Laura Juskaite y en el que completó la reforma de su juego interior con la alemana Marie Gülich y la estadounidende Celeste Trahan-Davis.
El año ha tenido para el Valencia dos puntos amargos. Por un lado la inesperada derrota ante el Lointek Gernika en las semifinales de la Supercopa en el primer encuentro oficial de esta nueva temporada y por otro el hecho de que María Pina, una de las piezas clave de sus anteriores proyectos, se ha pasado el 2020 en blanco por la grave lesión que sufrió en la rodilla izquierda en diciembre de 2019 y cuya recuperación ha ido más lento de lo esperado.