El Villarreal ha cerrado el 2016, uno de los años más importantes, pero también más turbulentos de su historia, convertido en uno de los grandes de la Liga, ubicado en la zona alta de la tabla, pero complicado en otros aspectos, entre los que destacó la destitución de Marcelino García Toral
VALENCIA. El Villarreal ha cerrado el 2016, uno de los años más importantes, pero también más turbulentos de su historia, convertido en uno de los grandes de la Liga, ubicado en la zona alta de la tabla, pero complicado en otros aspectos, entre los que destacó la destitución de Marcelino García Toral.
El equipo compartió momentos brillantes con la clasificación para la fase previa de la actual edición de la Liga de Campeones o las semifinales alcanzadas en la pasada Liga Europa con situaciones difíciles como la de la destitución fulminante del técnico que había liderado al equipo en los últimos años.
Además, esta destitución se produjo en el mes de agosto, a pocos días de la eliminatoria de acceso a la Liga de Campeones, que el equipo perdió, y del comienzo de la Liga.
Marcelino fue destituido por desavenencias con dirigentes y jugadores, lo que propició que el club presidido por Fernando Roig adoptara una decisión drástica acelerada por la fuerte discusión que el técnico mantuvo en el vestuario con un jugador como Mateo Musacchio, que provocó un enfrentamiento con parte de la plantilla.
A ello se sumaron las tiranteces tras el partido de la última jornada perdido en Gijón y cuyo desarrollo incidió mucho en la decisión final sobre Marcelino.
La destitución supuso una novedad en un club que siempre se ha mostrado bastante conservadores en el capítulo de destituciones y que estuvo acompañada en el tiempo por la marcha del director deportivo, Antonio Cordón, quien tras quince años en la entidad, la abandonó para fichar por e Mónaco francés.
Así, dos pilares del club salían de la entidad de golpe y de forma inesperada, a pesar de haber hecho un gran año en lo deportivo, lo que supuso la llegada de Fran Escribá al banquillo del primer equipo y de Pablo Ortells a la secretaría técnica.
El verano también estuvo marcado por decisiones que afectaron a la parcela económica del Villarreal con la operación más importante de la historia del club, que traspaso al defensa Erica Bailly al Manchester United por cuarenta millones de euros, lo que permitió afrontar una reestructuración a fondo de la plantilla.
Otro de los capítulos destacados de 2016 ha sido la lesión sufrida en verano por Roberto Soldado, que le mantendrá apartado del fútbol hasta marzo de 2017, el traspaso frustrado de Mateo Musacchio al Milán y el regreso al club de Denis Cheryshev, que pasaba por ser uno de los grandes objetivos de la entidad.
Desde el punto de vista deportivo los dos grandes momentos fue la clasificación para la fase previa de la Liga de Campeones y la disputa de las semifinales de la Liga Europa.
En el capítulo liguero, los de Marcelino cimentaron su clasificación en su fortaleza defensiva y en su buen rendimiento como locales al imponerse a la mayoría de los "grandes" de la competición.
Esa era una de las cuentas pendientes del equipo, que saldó con victoria los partidos ante Real Madrid, Atlético de Madrid, Valencia, Sevilla y Athletic de Bilbao, además del empate ante el Barcelona.
Además, destacó el triunfo en Mestalla ante el Valencia en el tramo final del campeonato que certificó la clasificación para la Liga de Campeones.
En el capítulo europeo, el equipo realizó una temporada espectacular, en la que eliminó a equipos como el Nápoles, Bayer Leverkusen o Sparta de Praga, para caer eliminado en semifinales con el Liverpool, que en Villarreal se convirtió en un gran acontecimiento deportivo y social.
En este aspecto, el club se mantiene saneado económicamente y mantiene una masa social fiel en torneo a los 20.000 abonados, al tiempo que el campo de El Madrigal pasará a principios de año a llamarse Campo de La Cerámica, lo que supondrá una inyección económica, además de permitir la remodelación de su fachada.