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opinión

En tránsito

27/10/2019 - 

VALÈNCIA. Albert Celades busca definir la idea de juego que quiere para el Valencia CF. Cuando esto sucede, hay que recurrir a los clásicos: Claudio Ranieri, Héctor Cúper, Rafa Benítez, Quique o, mas recientemente, Marcelino… El partido ante el Lille evidenció la indefinición del estilo y otra verdad mucho más dura. Para circular con garantías por Europa es necesario mejorar el nivel cualitativo y físico de la plantilla. Hace unos días, en estas mismas páginas, Sergio Arlandis preguntaba qué jugador de la actual plantilla podría ser titular en el equipo que disputó la final de la Champions ante el Bayern. Después de darle vueltas a la cabeza, pienso que solo Parejo podría estar al nivel de aquel grupo dirigido por Héctor Cúper. Y, si me apuran mucho, Rodrigo podría ser un recambio de banquillo para la delantera. ¿Qué once le sale a ustedes?. 

En aquella final de Milán nos faltó Adrian Ilie. Con la calidad del rumano arriba, ¡que pedazo de pelotero!, estoy convencido de que el título no se nos hubiera escapado. O la velocidad del Piojo, que ese año había abandonado Mestalla buscando la suerte en Italia., podría haber sido decisiva ante la imponente defensa alemana. Si miramos un poco más adelante, Silva y Villa completarían ese repoker de ases de las dos últimas décadas. Aquel equipo de Milán, pese a la dolorosa derrota, es el espejo en el que debe mirar Albert Celades y su grupo de analistas. También debe hacerlo el futuro director deportivo que aterrice en Mestalla. Que se empape un poco de valencianismo o, mejor que mejor, lo haya mamado como futbolista y técnico. La clave es no copiar el modelo del Madrid ni del Barça. Hay que fijarse en el equipo de Rafa Benítez o en el último intento por recuperar el glorioso proyecto que llegó de la mano de Marcelino. Insisto en que hay que mirar a los clásicos. Recurrir a la historia viva del Valencia CF. Que no hace tanto tiempo…

Aquel Valencia CF que asombró Europa al principio del milenio tenía las ideas muy claras. Héctor Cúper logró formar una de las defensas más infranqueables que se recuerdan. Por ahí se empiezan a construir los grandes proyectos. El Valencia CF era un equipo sólido, rocoso, granítico. Tenía un plan y lo ejecutaba a la perfección. La fórmula de Cuper te podría gustar más o menos, pero si el Valencia CF logró alcanzar dos final de Champions fue por algo. Y ese algo se llamaba calidad: Cañizares, Angloma, Carboni, Ayala, Baraja, Albelda, Aimar, Kily González etcétera…. así lo evidencian. Por eso le doy toda la razón a Sergio Arlandis cuando me apunta que uno o ninguno de los jugadores de la actual plantilla serían titulares en aquel once. 

Ha habido partidos del Valencia CF, y que me perdone mi amigo Manolo Montalt, en los que he echado de menos a Héctor Cúper. Me parece que, pese a las dos finales perdidas, el técnico argentino estaba mucho más aprendido que Celades. Con Cúper se fue muy injusto en Mestalla. Ahora nos damos cuenta de lo difícil que es llegar a dos finales de la Champions, el mérito que tiene, y los años que pasarán para poder volver a verlas. Si las vemos, claro…. Cúper ha sido un técnico maldito. Maltratado. Un grupo de aficionados incluso le zarandeó el coche con su familia dentro. Eso el entrenador no lo ha olvidado. De la filosofía del argentino recuerdo un entrenamiento en Paterna. Se me quedó grabado a fuego. El técnico dispuso a sus cuatro defensas titulares en línea (Angloma, Carboni, Ayala y Pellegrino) y enfrente colocó al resto de la plantilla disponible. Eran cuatro contra quince. Fue un ejercicio de organización defensiva. El entrenador sostenía que, ante una defensa bien ordenada, era imposible marcar pese a muchos rivales que hubiera enfrente. Y así fue. Cañizares no tuvo que sacar el balón de la red. 

Aquel Valencia CF de Cúper era mejor que la actual plantilla en lo cualitativo, en lo táctico, en lo técnico, en lo físico…..y por supuesto que era más “canchero”. Que de esto último también nos falta. Es necesario recuperar ese espíritu de equipo “bronco y copero”, que cae mal en Madrid, pese a que a más de uno le moleste esa denominación de origen en Mestalla. Ultimamente hay demasiado pijo del fútbol en las gradas. A mi gustaba el chándal de Luis Aragonés o la sobriedad estilística de Rafa Benítez. Siendo espartanos en todos los sentidos, ganábamos más partidos. Me da la sensación que la visión de fútbol de ambos entrenadores era más acorde con la idiosincracia del Valencia CF que la que tiene Celades.

Tras el último empate ante el Lille en Champions se habló de muchas cosas. Oculto, entre las lecturas del partido, estaba algo que resulta fundamental para poder competir en Europa: el físico. En esa faceta, pese al músculo de Coquelin y Kondogbia en la media, los franceses nos dieron un baño. La intensidad del encuentro estuvo muy por encima de lo que es un partido de Liga. Me consta que Marcelino ya estaba muy preocupado de eso. Más que preocupado, estaba casi obsesionado. De su experiencia europea, primero con el Villarreal en la Liga Europa (lo batió el Liverpool en el cuerpo a cuerpo) y la del año pasado en la Champions, el asturiano tenía muy claro que era necesario reforzar la plantilla. Pero no con chavales que, aún pudiendo explotar en un futuro, todavía andan en proceso de formación. Sus plegarias primero, y sus exigencias después, desembocaron en un enfrentamiento con la propiedad del que ya conocemos el triste resultado. Y ahora, otra vez, el Valencia CF anda en tránsito. Peregrinando por el desierto.

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