opinión

Es que hay demasiados partidos

20/09/2018 - 

VALÈNCIA. El Valencia, solo despuntando, se ha encontrado ya con que uno de sus rivales más correosos va a ser su propia expectativa. Quizá derribarla con esta primera frustración que nos ataca sea una liberación. 

Los primeros resbalones fabrican coartadas que son, en realidad, una señal del temor ante una temporada excitante donde el club une muchos atributos positivos: su centenario, el relanzamiento de la propia marca, la fuerte apuesta en la inversión. Vienen todos de golpe, todos muestran la excepcionalidad del momento, enseñan a un club desacostumbrado que ha vuelto a querer competir por lo alto y debe hacerlo de inmediato, sin esperas. 

Claro, eso tiene consecuencias. Obliga a variar la modalidad del deseo. Ya no se puede mecer el equipo en la comodidad del que viene de estar hundido y comienza a sacar cabeza. Es cosa del afán evolutivo de cualquier entorno deportivo el mundo. Ya no se encontrará la comprensión patriarcal del año pasado. 

Si en anteriores ediciones la coartada mayor es que este equipo era demasiado joven (luego se demostró que no, que lo que sucedía es que era escasamente bueno), se vislumbra la tentación de esgrimir que hay muchos partidos y un calendario electrizante; que todo viene muy pronto, que la Juve no debió llegar ya en septiembre, que hay una sucesión de partidos vitales en una misma página de calendario, que no estamos preparados todavía. Monseguitas. 

Viaje a la realidad del Valencia y su enjundia. ¡Hay muchos partidos! Claro que los hay. Claro que la Juve llega antes de tiempo. La falta de costumbre hace que irrumpa la realidad más cotidiana como un hecho imprevisto y que un Valencia-Juve se deforme en un Young Boys-Juventus. Empequeñecerse puede ser un mecanismo de camuflaje para superar a los rivales, pero no podemos permitirnos que sea una coartada. Hemos llegado aquí para poder pedir crecer, no para justificarnos.

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