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Bombeja Agustinet! / OPINIÓN

Ese futuro por conquistar

19/12/2020 - 

VALÈNCIA. En Atotxa los balones que entraban en la portería a medio metro del suelo rebotaban en las vallas traseras y salían despedidos a gran velocidad. A veces no sabías si había sido gol. En los córners, los donostiarras, imponentes (Kortabarria, Satrústegui, Górriz, Diego,  Idígoras, Uralde…), acosaban y acongojaban al rival, portero incluido, entre la línea de gol y los paneles publicitarios. Jamás se vio algo así en un estadio de Primera. En aquel hogar vetusto (en pie desde 1913 hasta 1999), donde el aliento de los hinchas llegaba literalmente al cogote de sus ídolos, ganó la Erreala dos ligas con un once que los muchachos recitábamos de carrerilla.

Soñábamos con un Llevant de canteranos, algún día, un once valenciano. En Primera, algún día. Y aquí estamos. Con muchos menos canteranos que en otros cursos, pero en Primera. Cargados de propósitos de enmienda para enderezar la clasificación, sumar unas cuantas victorias, agregar sensaciones positivas y poder mirar más hacia arriba que hacia abajo en la tabla. Que equipo hay para ello, y más.

La Real Sociedad llega colíder pero se nos da bien. En Anoeta redebutamos en Primera, tras 39 años ausentes de la élite. Y empatamos. Fue un buen presagio. Aquí seguimos. El siglo XXI iluminó un nuevo Llevant. De nuestras quince campañas en lo más alto, trece fueron desde 2004. De las siete temporadas en Segunda del s. XXI, cuatro se saldaron con ascenso. Mañana se estrenan la nueva megafonía de Orriols, los marcadores, la cubierta completa. Los que han visitado la casa granota no salen de su asombro. Es un enorme salto adelante, un impulso ambicioso que debería acompasarse con una permanencia tranquila. Eso representaría que un buen puñado de futbolistas lo han hecho bien y se han revalorizado, que se haría frente a los retos económicos a corto plazo y se tendría la opción de seguir construyendo nuestros sueños: la segunda fase del estadio y la ciudad deportiva de Natzaret, como catapultas hacia el futuro.

Todo ello, sin embargo, no ocultará que seguimos cojeando de una pierna. Nos faltan los avances estructurales para la democratización del club: los procesos de transparencia y participación que deben resucitar el sentimiento de que este club es de todos los granotes, algo que se perdió durante los peores (y últimos años) de la presidencia de Villarroel. Conforme es hoy la entidad sólo Quico Catalán puede dotar al Llevant de mecanismos de estabilidad, equilibrados con garantías democráticas, que serán inviables mientras Fundación y Consejo tengan vasos comunicantes tan obvios.

Cuanto más de todos sea el Llevant, más garantizado estará su futuro. Para esta Junta de accionistas se llega tarde. Para la siguiente debería abordarse –con hechos, no con palabras– el proceso de democratización de una entidad cuyo máximo accionista sigue siendo una fundación pública. Sí, pública. Algo que a veces se pierde de vista.


 Además de la democratización, que no es necesariamente una organización asamblearia, hay otras tres asignaturas pendientes que se han convertido en urgentes, tras años y años de espera sin avances: respeto por la lengua valenciana y normalización de su uso, puesta en valor de la identidad levantinista y creación del museo. Son los cuatro pilares esenciales para conquistar el futuro y hacerlo de forma consistente, estable y duradera.

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