VALÈNCIA. Con una plantilla mal hecha, con un equipo en zona de descenso, con un entrenador nombrado deprisa y corriendo contra su voluntad, con otro que era de su cuerda y que harto de mentiras y falsas promesas ha huido (como verbalizaron los tres anteriores), con una reunión puesta tras el partido del sábado, que se producirá después de un primer encuentro para una cenita cuando todo esto te lo podrías ahorrar con una videoconferencia y ganar un tiempo precioso que se te agota mientras el equipo se hunde... Con todo eso, parece que ahora los culpables de todo son Ricardo Arias y José Luís Gayà.
Del mismo modo que Meriton ha demostrado ser la peor enfermedad para el Valencia CF con las peores decisiones en la historia del club, hay que reconocerles que son unos fenómenos en buscar focos a los que desviar la culpa. Ellos nunca son responsables de nada que pueda suponer reconocer un error, y por tanto tener que acompañarlo de una disculpa.
Por lo general, se esconden. Porque cuando salen a la luz muestran su verdadera cara y eso deja sin argumentos el desvío habitual de responsabilidades. Pero vamos que llevamos viviendo del cuento de las consecuencias del COVID (qué poco respeto por la gente que de verdad lo ha pasado mal por culpa de la pandemia) y de "lo que dejaron los gestores anteriores" desde que Layhoon probaba las mandarinas que le daba su señora madre en su Singapur natal.
Por eso siempre hay que sacar a otros a la palestra, para poner el foco sobre ellos mientras los verdaderos culpables actúan por detrás (algún especialista en eso campa a sus anchas por el club). Por eso los malos son siempre otros. Los futbolistas que se marchan, porque no sienten los colores. Así tapamos que ningún futbolista con proyección se quiera quedar en la ruina en la que han convertido a un club sin rumbo. Los entrenadores porque nunca le sacan partido a una gran plantilla que debe aspirar a entrar en Europa. Y nos callamos que cada año se vende a los mejores y se traen niños, la mayoría cedidos que saben que se marchan al acabar la temporada con lo que su implicación en el proyecto es la que es. Por eso hace años que no participo de los aquelarres públicos contra el entrenador de turno (Marcelino, Gracia, Bordalás o Gattuso).
De ahí que los mismos que envenenaron a Gattuso meses atrás para que disparara contra los periodistas (no hace falta ponerles nombre porque ya se los puso el calabrés) no pararon discurso de que Mestalla ponía nerviosa a los jugadores cuando les pitaba. Culpar a Mestalla porque silbe a los jugadores o porque se quede 20 minutos fuera del estadio también forma parte de la estrategia. Siempre ha de haber un culpable y nunca ha de ser nada responsabilidad de Meriton.
Se trata de carbonizar la imagen pública de quien sea mientras otros se salen siempre de rositas. Han conseguido que una parte del valencianismo cargue contra los que dan la cara. Si dolió en el alma la derrota ante el Athletic, ver el vídeo de Ricardo Arias roto y con lágrimas en los ojos fue todavía más duro aún. Arias, pese a lo mal que lo está pasando en los últimos días por los insultos que está recibiendo en redes, lloraba más por su Valencia que por el mal trago de estos días. Mientras Ricardo un día da la cara en redes, o atiende en el palco a la TV, o comenta partidos (lo usan para lo que haga falta), otros que deberían ser los receptores de la ira se van siempre de rositas. No le digo que se cuide de lo que le rodea, porque tonto no es.
Lo mismo con Gayà. En una situación tensa, después de haber sido objeto de la voluntad de una venta que no llegó a cuajar y aún renovando su contrato, el capitán ahora es también la diana de los dardos porque una cámara recogió el momento en el que le decía a los compañeros que no se acercaran a saludar a una determinada zona del campo. No es su mejor acción, ni seré yo el que se la aplauda. Pero de ahí a culpabilizarlo del desastre que lo rodea es entrar en un juego que Meriton domina a la perfección y del que servidor no participa. Incluso la jugada de sacarlo en las redes sociales del club es una idea para focalizar en él lo que deberían afrontar otros. Las redes sociales del club tienen tan mala imagen que basta sacar a alguien pidiendo respeto para esa persona, para que ocurra justo lo contrario, que lo breen. No importa la cantidad de escudos con historia que quemen, mientras a ellos no les salpique el fango, misión cumplida.
Que el valencianismo se revuelva contra los suyos es la jugada que siempre le sale perfecta a Meriton y sus esbirros y quien suscribe hace tiempo que ya no compra ese truco de prestidigitador de tercera. Porque parte de la responsabilidad puede ser de los que salen retratados, pero los culpables son los que acarician el gatito en la sombra mientras sonríen indemnes en medio del caos. Ellos nunca tiene la culpa de nada. Son especialistas en culpas ajenas.
PD: hasta del "regalito" que nos encontramos el sábado en la cabina de radio, afirman no tener ninguna responsabilidad porque alegan que no se avisó a la persona correcta. Pedimos sinceras disculpas al club por desconocer el protocolo de actuación acerca de mojones en los estadios.