13 de noviembre / OPINIÓN

Europa, el vecino y el discurso de la salvación

23/03/2021 - 

VALÈNCIA. En las diez jornadas que quedan, el gran reto del Levante va más allá de acabar por delante del Valencia por primera vez en la historia. Un objetivo que considero insuficiente por mucho que molaría sacar pecho en verano ante el vecino de la ciudad. El fútbol no hay que reducirlo a lo conseguido, ni usar esos logros como excusa para argumentar disgustos posteriores, ni tampoco restarle valor al camino recorrido si al final, como así parece, no hay más alicientes a los que aferrarse. Sería injusto tildar de decepción quedarse hasta aquí, con una salvación virtualmente atada, como también es necesario acabar en alza, dejar el pabellón lo más alto posible, aunque es evidente que el equipo va justo para lo que le resta.

Pese al parte de guerra (con el alivio del regreso al grupo de Postigo y Radoja), el propósito debe ser persistir en el crecimiento, mejorar en todos los aspectos, dar ese plus para aspirar a algo más que quedarse en ‘tierra de nadie’ y, sobre todo, ampliar esa ‘zona de confort’ que tanto ha calado y que de puertas para dentro es el primer mandamiento y de obligado cumplimiento. Porque es muy habitual ponerse la venda antes de sufrir la herida. Entiendo que lo primordial es la supervivencia en la cúspide, pero a su vez ha llegado el momento de dejar a un lado (pero sin enterrarlo) lo de que se equivoca el que piense que el Levante debe tener algún objetivo más que la permanencia. Esa exigencia debe ser equilibrada. "No es bueno que las expectativas crezcan más que el equipo", reconocía Paco López tras derrotar al Real Madrid en el Santiago Bernabéu el 20 de octubre de 2018. Esta afirmación de hace dos años y cinco meses vale perfectamente para ahora.

Es una buenísima noticia que no nos conformemos con escapar de la zona roja. Lo de salir a la fuente a celebrar que el Levante sigue en Primera División ha pasado a mejor vida… y no porque la pandemia nos coarte salir a la calle y abrazarnos. También es positivo que nos cabreemos cuando sentimos que los trenes se escapan como sucedió en el Villamarín. Fue una derrota por falta de contundencia, por estar blanditos en la estructura defensiva después de 70 minutos correctos y con la percepción evidente de que el equipo va al límite por las lesiones y los momentos de forma de varios jugadores que están con la flecha roja.

Aunque lo parezca, no pido ir a Europa, pero sí intentar sumar más de esos siete puntos que con 42 darían el primer objetivo y acabar lo más arriba que se pueda. En la mente del vestuario seguro que está superar los 49 de la temporada pasada que significaron la segunda mejor clasificación de la historia en la máxima categoría tras los 55 de la 2011/12 de la mano de Juan Ignacio. No hay que olvidar que este equipo era colista en noviembre y que en la víspera del 3-0 en el Ciutat al Getafe había algo más que un ‘run-run’ alrededor de la figura de Paco López. Sin embargo, una cosa no quita la otra y es comprensible que ahora sintamos que este Levante puede más porque lo ha demostrado unas cuantas veces.   

Todo tiene un término medio aunque nos cueste porque el resultadismo marque la pauta y a menudo no tengamos una visión panorámica. Ni somos la leche por la magnífica Copa del Rey ni tampoco un desastre porque Europa se haya convertido en un sueño lejano. Numéricamente hablando, si el Levante acaba por no luchar por los puestos continentales no será por perder contra Real Sociedad o Betis sino por todos los puntos que se han quedado por el camino ante Cádiz, Elche, Huesca, Alavés (todos empates y aún falta jugar frente a los cuatro en la segunda vuelta), Valladolid (dos igualadas) y Osasuna (triunfo en Pamplona y derrota en casa). En este argumento habrá quiénes dirán que la Liga es muy igualada y que hay entre 10 y 12 equipos que tienen como objetivo la supervivencia entre los mejores. Lo de si la décima posición actual en la clasificación va a acorde con el nivel de la plantilla y todos los factores que la rodean da para otro #13denoviembre, sacar el bisturí y extraer conclusiones de una temporada que ha tenido de todo.

La maquinaria del próximo proyecto 2021/22 ya ha arrancado para la recién renovada dirección deportiva hasta 2023 con el nombre propio de De Frutos, que subsanará prácticamente el ‘Fair-Play’ con esos 15 millones de euros que entrarán en caja antes del 30 de junio, el 50 por ciento de su cláusula de rescisión pactada en el acuerdo con el Real Madrid. Bendita explosión, aunque conlleve un problema deportivo por todo lo que el segoviano ha ofrecido y seguirá dando en estas 10 jornadas pese a que apunta a vestir de blanco el próximo curso. Como así avisó en la previa contra el Betis, Paco lo tiene claro si contempla cualquier muestra de relajación: “Cuando tenga un jugador que se deje ir lo apartaré, no jugará".  

Paralelamente al trabajo de despachos y que hay unos cuantos futbolistas con su futuro en interrogante, el balón no deja de rodar y todavía se pueden dar más pasitos en la clasificación. Mejor noveno que décimo. Mejor octavo que noveno. Y si el Barcelona gana la Copa del Rey y se abre la puerta de la séptima plaza (la de la Conference League), pues a lucharla hasta que las matemáticas digan lo contrario. Si en esa pelea se consigue acabar por delante del Valencia, pues mucho mejor, sobre todo para el aficionado, que jamás ha saboreado esa sensación y sería un regalazo. Pero incido en que no hay que quedarse solamente con ese desafío en lo que queda de trayecto después de todo lo vivido. Como club, me suena a logro de equipo pequeño cuando el Levante ha quemado esa etapa y mira de frente a todos los rivales sin importar su condición presupuestaria, sin rastro de inferioridad.  

¿Y en ese Levante del futuro hay sitio para el filial? Tanto cuando las cosas pintaban al revés como ahora después de las tres últimas victorias con portería a cero que han obrado el milagro, mi opinión sobre la cantera no cambia: hay que creer, hay que apostar, sin una exigencia desmedida, porque hay mimbres sea el salto de categoría que sea. Puede que suene a oportunista después de la reacción del Atlético Levante para acabar luchando por el ascenso a la Primera RFEF, pero sigo creyendo en que hay hueco para alguno y no solamente para rellenar convocatorias. Jamás por imposición ni de cara a la galería. Que sea por creencia y convencimiento de todas las partes, sobre todo de Paco, que es al que le tiene que entrar por los ojos. Además por ese grado de identificación que provocaría y para demostrar a otros que vienen desde atrás que este paso adelante no es utópico.

La reacción del ‘B’ tiene un nombre propio: el entrenador Alessio Lisci y un cuerpo técnico que ha sabido dar con la tecla y ha confiado en ese producto juvenil de la cantera que ya sabe lo que es entrar en los planes de las inferiores de la selección (los Blesa, que debutó con el primer equipo en el cierre de la temporada pasada, Toni Herrero o Cantero), junto al instinto goleador de Raúl Alcaina, de la generación de 2000, y otros que igualmente han tenido minutos a las órdenes del técnico de Silla en Liga y Copa como Giorgi, Sevikyan o Joan. Dani Cárdenas es el espejo al que deben mirarse. Sin olvidarnos de un Pepelu que sigue con su proceso de maduración en Portugal y más pronto que tarde habrá que tomar una decisión definitiva. Mucho talento joven, pero también hay que poner en valor el plus de experiencia, jerarquía y liderazgo en el eje de la retaguardia que han dado Michele Diana (28 años) y, sobre todo, Pablo Iñiguez (27 años), a quien Paco conoce de sobra de su etapa en la factoría del Villarreal. Es inevitable que ahora se hable de ambos centrales después de la falta de contundencia de los ‘mayores’ ante el Real Betis. Esto no consiste en ensalzar a unos por los deméritos de otros. Desde que tomara las riendas en marzo de 2018, el míster ha propiciado el debut en Primera División de 11 jugadores desde el filial: Aly, Koke Vegas, Fran Manzanara, Pablo Martínez, Eliseo, Gonzalo Pereira, Giorgi, Joan, Blesa, Cárdenas y Sevikyan.