VALÈNCIA. El crecimiento del fútbol africano a lo largo de los últimos años viene avalado por el gran paso adelante por parte de sus futbolistas en cuanto a nivel técnico y carácter competitivo, sobre todo de aquellos que militan o se han formado en Europa. Como consecuencia, las selecciones africanas constituyen un cartel y un escaparate cada vez más atractivo para aquellos jugadores europeos cuyo origen familiar descansa en el continente africano. Ese factor, unido al buen trabajo realizado desde las federaciones y asociaciones desde la base, ha erigido combinados nacionales mucho más competitivos que hace algunas décadas, cuando capítulos como la presencia de Camerún en los cuartos de final del Mundial de Italia´90 fue considerado un hito histórico para el fútbol africano.
Carlos Alós, seleccionador de Ruanda, para Sport
En 33 ediciones de Copa de África, se han proclamado campeonas hasta 15 selecciones diferentes. Las grandes potencias siempre han sido Egipto (7 títulos), Camerún (5 títulos), Ghana (4 títulos), Nigeria (3 títulos), Argelia (2 títulos), Costa de Marfil (2 títulos), Senegal (1 título) y Marruecos (1 título); sin embargo, cada vez resulta más habitual toparse en las grandes ligas europeas con futbolistas nacidos o con orígenes en países como Guinea-Bisáu, Burkina Faso, Cabo Verde, Namibia, Guinea, República Centroafricana, Malí, Tanzania, Uganda, Gabón, Sudán, Guinea Ecuatorial, Sudáfrica e incluso Mozambique.
El torneo continental de selecciones africanas no es ni mucho menos el único baremo para constatar una más que reconocida realidad. Marruecos, en su sexta aparición en un Campeonato del Mundo, alcanzó la penúltima ronda en Catar en un hito histórico para el continente que culminaba un camino que ya exploraron con bandera africana selecciones como Camerún (8 presencias mundialistas), Nigeria y Túnez (6 presencias), Argelia y Ghana (4 presencias), Sudáfrica, Costa de Marfil y Senegal (3 presencias) y Togo, Angola y República Democrática del Congo (1 presencia).
Es cierto que muchas de las más potentes selecciones africanas presentan planteles con mayoría de futbolistas nacidos fuera de sus fronteras y fuera del continente, sobre todo en países europeos como Francia: un destino histórico para tantas y tantas familias africanas que buscaban una vida mejor. Sus hijos son europeos pero se sienten africanos, y así lo demuestran en cada competición, cuando su país de origen los llama a filas. A veces polémica, es una realidad a la que ni el fútbol ni el resto de ámbitos son ajenos, pero que ha permitido que muchas naciones muestren al mundo que también ellas son cunas de grandes talentos a pesar de no disponer de los medios para formarlos y guiarlos a la élite.
“Hay muchos tunecinos que viven en Francia, muchos inmigrantes, tantos como marroquíes o argelinos”
Mehdi Nafti, exfutbolista y entrenador francés de padre tunecino, para FIFA.com
Poco se habla del importantísimo rol que han asumido históricamente las llamadas Águilas de Cartago en la enorme evolución del fútbol africano a lo largo de los años. Campeones de África en 2004 con el exentrenador del Levante Mehdi Nafti como emblema en el centro del campo, Túnez puede presumir de haber estado en seis Campeonatos del Mundo, encadenando Rusia’2018 y Catar’2022 y con el billete sacado para la próxima Copa Africana de Naciones. No es casualidad que el país venga recogiendo los frutos de un trabajo silencioso que no ha hecho sino hacer más grande al fútbol africano durante décadas.
Sea como fuere, a Túnez y Francia los unen lazos culturales e históricos que traspasan barreras y se perciben en muchísimos aspectos del día a día, incluyendo el deporte. En 1881, hace nada más y nada menos que 142 años, intereses estratégicos en África y el Mediterráneo llevaron a Francia a conquistar Túnez y convertir el país en protectorado. No fue hasta 1956, transcurridos tres cuartos de siglo, cuando Túnez volvió a ser una nación independiente. A partir de ese momento, muchísimos tunecinos aprovecharon la situación para emigrar a un país afín cuyas costumbres e idioma eran más que conocidos. Curiosamente, y para cerrar el círculo, ambos países se vieron las caras en la fase de grupos del último Mundial, cuando Túnez dio la sorpresa y se impuso con un solitario tanto del delantero nacido en Francia Wahbi Khazri (Montpellier).
Los datos sostienen los argumentos: del elenco que el seleccionador Jalel Kadri se llevó a Catar, diez integrantes nacieron en suelo francés. Por si fuera poco, los dos grandes valores del fútbol tunecino a día de hoy, Ellyes Skhiri (Colonia) y Hannibal Mejbri (Manchester United), nacieron, crecieron y se formaron en el país galo.
“Mi decisión sorprendió a mucha gente, pero hice lo que me pedía el corazón”
Hannibal Mejbri, futbolista francés del Manchester United e internacional por Túnez, para Onze Mondial
Sin ningún vínculo natal con Francia, Aymen Abdennour (Sousse, 1989) acumula en su carrera 58 citas como internacional por Túnez, por lo que sabe muy bien lo que representa el fútbol para su país. Se formó en el Étoile du Sahel, uno de los clubes más laureados de África a nivel internacional. Tras una breve estancia en el Werder Bremen, dio el salto definitivo a Europa de la mano del Toulouse en verano de 2011. En 2014 ya se había hecho un nombre en Francia y el Mónaco apostó por él pagando 13 millones de euros a Les Violets.
Aquella fue probablemente la mejor temporada de su carrera: se consagró como un central expeditivo, jugó Champions League y fue una pieza importante para Leonardo Jardim (Shabab Al-Ahli). Su gran rendimiento lo convirtió en una pieza codiciada en aquel mercado, y fue el elegido por el Valencia para suplir la sensible marcha de Nico Otamendi (Benfica) al Manchester City. Desde ese momento, la carrera del tunecino se desinfló como un globo: fiasco total en Valencia durante dos temporadas, nefasta cesión de dos años al Olympique de Marsella, salida libre rumbo al Kayserispor turco en 2019, experiencia de dos años en el Umm-Salal de Catar y aterrizaje el pasado verano en un modesto de la segunda categoría del fútbol francés: el Rodez AF.
“Tengo mucho respeto por el Olympique de Marsella, amo a la afición, al club, a la ciudad, pero si no jugué aquellas temporadas fue por elección del entrenador”
Aymen Abdennour, Jugador del Rodez AF, para Sofoot
Cuando se escriben estas líneas, el club al que pertenece el exvalencianista todavía no sabe en qué categoría jugará la próxima temporada. En el último encuentro de la competición frente al histórico Girondins de Burdeos, el interior Lucas Buades fue agredido por un aficionado tras anotar el 0-1 y el colegiado optó por suspender el encuentro. Todavía no hay nada definitivo al respecto y los occitanos necesitaban la victoria para lograr la permanencia. En esa tesitura y habiendo disputado el exvalencianista apenas 7 partidos a lo largo de todo el curso, no parece que el club vaya a revisar el contrato que lo une al jugador y que finaliza el próximo día 30. Y es que, en cualquier caso, ahora mismo el club tiene otras prioridades, como estar pendiente de la decisión final de la Comisión Disciplinaria respecto al drama vivido el pasado fin de semana en Burdeos.
Prometía mucho pero se quedó en nada. A sus ya 33 años, el futuro de Abdennour es toda una incógnita y no parece siquiera que vaya a tener acomodo en la élite. Con suerte, podrá alargar su carrera en algún club modesto de una categoría modesta, adecuada al nivel mostrado por el central durante los últimos casi diez años. Será recordado con más pena que gloria en Valencia.