VALÈNCIA. El centrocampista uruguayo fue uno de los tres fichajes que se hicieron para aplacar el incendio del verano de pandemia donde Meriton cerró el grifo y no concedió ni una sola incorporación a Javi Gracia. En los últimos días del mercado de invierno, el Valencia CF cerró tres caras nuevas que pasaron sin pena ni gloria: Ferro, Cutrone y Oliva.
El jugador uruguayo llegó procedente del Cagliari en calidad de cedido y lo hizo para reforzar un centro del campo que se había quedado sin '6' tras las salidas de Kondogbia, Parejo y Coquelin. Javi Gracia quería fichar a Capoue, que se cansó de esperar al Valencia y recaló en Villarreal.
Cristhian Oliva se dibujó como un centrocampista aguerrido que venía para dotar al Valencia de un perfil que había perdido. Para colmo, el charrúa acabó llevando el dorsal '10', que había generado un gran revuelo después de que el club se lo negase a Carlos Soler para intentar abanderar a Kang In Lee. En los seis meses que estuvo en Valencia, Cristhian Oliva no se ganó la confianza de Javi Gracia y apenas jugó 191 minutos repartidos en nueve partidos.
Tras acabar su cesión y regresar al Cagliari, el camino de Oliva en Europa apenas se prolongó unos meses antes de regresar al fútbol en Sudamérica. Oliva fichó por Talleres en Argentino y poco después se marchó cedido al FC Juárez (México). Desde el pasado mes de enero, Christian Oliva regresó a su país para jugar en el club que le vio formarse: Nacional.