VALÈNCIA. Nueve títulos consecutivos de la Juventus en Serie A pesan mucho. Demasiado. Sin embargo, en Italia florece un nuevo fútbol que ha tomado forma para desafiar el dominio de la Vecchia Signora con el balón como objeto de culto. La liga italiana viene con aires de cambio: a punto de llegar al final de la primera vuelta (este próximo fin de semana habrá campeón de invierno), la nómina de aspirantes al Scudetto se presenta más amplia que nunca.
Los favoritos, por clasificación y por fútbol, son los dos grandes de Milán. Una situación muy habitual hace varios lustros, pero toda una novedad visto lo visto los últimos años.
Los rossoneri han sido la gran revelación del campeonato. De la mano de Ibrahimovic, y con un gran despliegue de jóvenes talentos (Theo Hernández, Hakan Çalanoglu, Alexis Saelemaekers, Gianluigi Donnarumma, Ismael Bennacer, Alessio Romagnoli…), el Milán ha vuelto a inspirar respeto gracias a la gran gestión de grupo de Stefano Pioli, un técnico que supo sobrevivir la pasada temporada y gestiona un equipo diseñado por él mismo.
Por su parte, el equipo de Antonio Conte es, para muchos, el rival a batir. Con una plantilla más experta que la de sus vecinos, su arma más letal se llama Romelu Lukaku-Lautaro Martínez, una delantera de videoconsola insertada en un esquema con 3 centrales y dos carrileros que alimentan constantemente ese demoledor binomio. Uno de estos hombres de banda, el exmadridista Achraf Hakimi, se consolida como uno de los mejores (si no el mejor) laterales o carrileros largos de Europa.
A partir de ahí, y más allá de una Juventus cuya reconstrucción encabeza desde el banquillo Andrea Pirlo, se abre una gama de equipos con dos características que los acreditan como aspirantes: una filosofía de trato de balón poco habitual históricamente en el fútbol transalpino, así como el carácter, la personalidad y la madurez tan necesarios en el fútbol italiano para desafiar a los de arriba. Hablamos de Nápoles, Roma, Lazio y Atalanta.
La moda de los tres centrales y dos hombres abiertos en banda, capaces de defender y atacar por igual, se ha instalado en Italia gracias en parte a la superioridad que genera este sistema a la hora de sacar el balón jugado desde atrás, uno de los principales argumentos del nuevo Calcio. La Roma de Paulo Fonseca, que oposita a ser una alternativa hasta final, abandera junto a muchos otros esta nueva filosofía.
En este contexto futbolístico, la ciudad eterna presencia la explosión de un joven exvalencianista que, con una precocidad fuera de lo común, está asumiendo una responsabilidad táctica de grandes dimensiones para la que acredita unas cualidades casi perfectas. Acompañando en la medular al todoterreno francés Jordan Veretout, un jugador con mucho recorrido y mucho más de ida y vuelta, Gonzalo Villar se ha hecho con la titularidad como regista de un clásico de Italia como es la Roma.
El murciano, formado en las categorías inferiores de Real Murcia y Elche, llegó al Valencia en verano de 2015 y pronto destacó con el filial en Segunda B. Los técnicos del club hablaban maravillas de él. Tres años después, fichó por el Elche y Mateu Alemany se guardó una opción por el jugador, así como el 80% de una futura venta.
En enero del año pasado, y viendo el nivel y la proyección mostrados en Elche, la Roma llegó con la determinación necesaria para convencer y llevarse a aquel joven mediocentro, por el que abonó 4 millones de euros a un Valencia que decidió no ejercer su derecho a tanteo.
La media temporada pasada fueron meses de adaptación a su nueva vida en el extranjero, sin apenas protagonismo pero entrando poco a poco en el engranaje de Fonseca. Su técnico, muy consciente de lo que necesita su equipo sobre el terreno de juego, tiene en Gonzalo Villar la pieza ideal esta temporada: es su pivote estático y organizador, el regista, como llaman los italianos, alrededor del cual gira la circulación de balón de los capitalinos. Su principal cometido es el de sacar el balón jugado bajo presión rival, una responsabilidad que el murciano está desarrollando a un nivel estratosférico en una liga repleta de perros de presa.
“Ha llegado aquí y tiene la valentía de pedir la pelota y hacer que el equipo juegue”.
Paulo Fonseca, técnico de la Roma
Tras un inicio de temporada con menos minutos y saliendo desde el banquillo, el exvalencianista se hizo con la titularidad hace ya varias jornadas. Los números son reveladores: en lo que va de curso, ha formado de inicio en la mitad de los encuentros disputados y, con el español en el once, la Roma estaba invicta hasta el pasado viernes, cuando se topó con la vecina Lazio en el derbi romano (3-0). Una Lazio donde, por cierto, Luis Alberto sigue generando intensos dolores de cabeza a Luis Enrique.
Sin unas características físicas fuera de lo común y quizá sin llamar excesivamente la atención (el mejor halago para un jugador de este perfil), Gonzalo Villar maravilla en Italia con una facilidad extraordinaria para sacar el balón jugado bajo presión, dar el pase indicado en el momento adecuado, eliminar una línea de presión o desahogar a sus compañeros. Tiene la efectividad, el dinamismo y la inteligencia, con y sin balón, ideales para ser un futbolista perfecto para el nuevo Calcio, ese que ha venido para quedarse.