VALÈNCIA. El pasado día de Reyes, el fútbol se tiñó de luto para despedir a una de las leyendas del Calcio: Gianluca Vialli. El mítico delantero centro de Cremona nos dejó a los 58 años por culpa de un cáncer de páncreas diagnosticado en 2017, pero su legado sigue y seguirá muy vivo en el país transalpino. Los más románticos de este deporte homenajearon la figura de Vialli recordando las hazañas de un club de perfil modesto que se convirtió en un equipo legendario e hizo soñar a la ciudad portuaria más importante de Italia: la Sampdoria de principios de los 90.
“Fuiste nuestro héroe. Uno de los nuestros”
Comunicado de la Unione Calcio Sampdoria tras la muerte de Gianluca Vialli
Los más jóvenes pueden ahorrarse el esfuerzo de rebuscar en su memoria. Hundida hoy en la clasificación de la Serie A (penúltima a 7 puntos de la salvación tras la derrota este lunes en Empoli), la Samp fue en su momento uno de esos equipos a los que incluso los más grandes querían evitar en cualquier bombo. Temible por su fútbol y siempre acompañada por una apasionada, caliente y numerosísima hinchada, la squadra genovesa mandaría el primer mensaje al Calcio y a toda Europa en 1985 con la consecución de su primera Copa de Italia.
En 1986 aterrizaría el gran artífice de aquellos años mágicos: el técnico yugoslavo Vujadin Boskov. Bajo su batuta, el Luigi Ferraris se convirtió en un auténtico infierno para los rivales y vivió unos años de auténtica fantasía. El equipo levantó dos nuevas Copas de Italia consecutivas en 1988 y 1989, fue finalista de la Recopa en 1989 y campeón en 1990, se proclamó campeón del único Scudetto de su historia en 1991 (por delante del mítico Milán de Arrigo Sacchi) y fue finalista de la fatídica final de Copa de Europa de 1992. Solo el Barça del desaparecido Johan Cruyff pudo frenar el rodillo genovés gracias al recordado misil de Ronald Koeman (actual seleccionador de Países Bajos) en Wembley.
Hablar de algunos emblemas del fútbol italiano como Roberto Mancini (actual seleccionador de Italia), Gianluca Pagliuca (actual entrenador de porteros de la escuela del Bolonia), Pietro Vierchowod, Attilio Lombardo (segundo entrenador de la selección italiana) o el propio Gianluca Vialli es hablar de aquella irrepetible Sampdoria. La amistad del actual seleccionador italiano con el desaparecido delantero se hizo patente dentro y fuera de los terrenos de juego. Juntos formaron una dupla demoledora (los apodaron I gemelli del gol), uno en la asistencia y el otro en la definición. Protagonistas con la camiseta de la Sampdoria y con la selección, también juntos lloraron de tristeza en aquella final de Wembley en 1992 y de alegría el 11 de julio de 2021 en el mismo escenario, cuando guiaron desde el banquillo a su Azzurra a proclamarse campeona de la Eurocopa.
A pesar de que el camino de Vialli siguió en la Juventus y el Chelsea, clubes en los que siguió acumulando títulos e incluso llegó a proclamarse campeón de Europa como bianconero, su nombre quedará por siempre unido al de la Sampdoria, un club cuya enorme tradición está más que justificada por historia pero que en la actualidad necesita de un ejercicio de buena memoria para sobrellevar los tiempos difíciles que atraviesa.
Y es que a día de hoy, los objetivos y las circunstancias son otros bien diferentes a los de aquella época dorada. Las últimas temporadas han sido discretas y esta se ha complicado muchísimo tras una primera vuelta preocupante. Son 7 puntos los que separan al mítico club de Génova de la salvación, una cota que ahora mismo marca el Sassuolo. El Luigi Ferraris ha visto cómo la marcha del equipo llevaba a la dirección deportiva a destituir al técnico Marco Giampaolo (actualmente sin equipo) el pasado octubre y apostar por el que fuese centrocampista de Lazio e Inter a principios de siglo: el serbio Dejan Stankovic.
“Tenemos que recuperarnos rápido, honrando la camiseta y respetando siempre al compañero que juegue”
Dejan Stankovic, entrenador de la Sampdoria
Las opciones del equipo pasan inexorablemente por mejorar tanto los números realizadores (es el equipo menos goleador con 8 tantos en 18 encuentros de Serie A) como las prestaciones defensivas. Fabio Quagliarella, a sus 39 años, ya no dispone del exuberante físico que siempre le acompañó y la grave lesión de Manuel De Luca en verano ha mermado ostensiblemente la capacidad ofensiva del equipo. Los recursos de Manolo Gabbiadini se ven muy perjudicados con la ausencia de Quagliarella, así que las esperanzas han quedado depositadas en el jovencísimo delantero producto de la cantera e internacional sub-20 Daniele Montevago y el delantero neerlandés recién incorporado en este mercado de invierno Sam Lammers. Argumentos que se presumen un tanto limitados de cara a la lucha por la permanencia.
En cuanto al rendimiento defensivo, la Samp no muestra tantas carencias como en ataque. Sin embargo, ha encajado la preocupante cifra de 30 goles. Hay margen de mejora para una zaga en la que un exvalencianista vive de primera mano el día a día de un histórico en horas bajas: el central colombiano Jeison Fabián Murillo Cerón (Barranquilla, 1992) volvió el pasado verano de su cesión al Celta de Vigo y ha disputado 11 de 18 partidos posibles como blucerchiato hasta el momento.
“Este es un club con una gran historia”
Jeison Murillo
Formado en las categorías inferiores de un histórico del fútbol cafetero, Deportivo Cali, Murillo dio el salto a Europa con tan solo 18 años gracias al Udinese italiano, aunque sus primeros pasos los dio en el Granada, club que compartía dueño en aquellos años con el equipo friulano y con el Watford inglés. En aquella época, el central cogió rodaje y minutos en España: Cádiz, Las Palmas y Granada. Su capacidad de anticipación, buen juego aéreo y seriedad atrás llamó la atención del Inter de Milán, que lo firmó en verano de 2015 a cambio de 8 millones de euros.
En Serie A completó dos años con mucha y muy decente participación: su buen rendimiento le permitió disputar 35 y 34 encuentros en cada una de las dos temporadas que fue neroazzurro. Sin embargo, los fichajes y la subida de nivel en la plantilla interista facilitaron una cesión al Valencia en verano de 2017 con una opción de compra obligatoria de 12 millones de euros.
Su rendimiento en Valencia tuvo sus altibajos y Marcelino García Toral nunca llegó a confiar del todo en él. La primera temporada, el colombiano completó un total de 17 partidos, pero en la segunda no contó en absoluto y se marchó cedido al FC Barcelona en enero. El verano siguiente salió cedido rumbo a su actual club, la Sampdoria, que hizo efectivo su fichaje en enero de 2020 por poco más de 13 millones.
Ese mismo enero salió nuevamente cedido al Celta de Vigo, donde militó por un período de año y medio, para volver a la disciplina genovesa el pasado verano. Su participación esta temporada en Serie A hasta el momento ha dejado la sensación de que podría estar mucho más asentado en el once. El central cafetero, internacional por su país en 32 ocasiones, necesita más regularidad para ofrecer todas las prestaciones que puede dar. Sin embargo, tanto la situación de emergencia en la que se halla el equipo como las recurrentes lesiones que lo han acompañado a lo largo de su carrera no ayudan en absoluto.
"Nunca es fácil lesionarse. El tiempo de lesión de un jugador es en lo que uno se fija. Es una profesión para estar siempre a tope”
Jeison Murillo
El objetivo inmediato pasa por la permanencia en la máxima categoría del fútbol italiano. Sin embargo, el central ya cuenta 30 primaveras, una edad en la que ya no pasan tantos trenes pero que todavía ofrece unos cuantos años de fútbol. El futuro es incierto, pero el colombiano debe centrarse en el presente y aportar sus buenas cualidades para relanzar a un clásico de Italia que en su día fue un verdadero rodillo en Europa pero que hoy tiene dos motivos de peso para llorar: la marcha del eterno Vialli y el negro pozo en el que poco a poco se hunde.