VALÈNCIA. Un tipo tranquilo, familiar, interesado en el estudio y la lectura y amante del yoga y el reggae. Así es Lucas Orbán, uno de los muchos refuerzos que recalaron en Valencia durante aquel verano de 2014, en medio del terremoto que supuso la entrada en escena de Peter Lim en el Valencia CF. A sus 32 años y tras militar en históricos del fútbol europeo en Francia, España e Italia, el bonaerense disfruta de una etapa de más de 4 años de estabilidad en las filas de un grande del fútbol argentino: Racing Club de Avellaneda, La Academia.
Se ha escuchado a Lucas Orbán afirmar que tuvo una educación muy “europea”. A su familia le debe su pasión por los libros y la cultura, su compromiso con las causas sociales y una dilatada trayectoria académica. Sus padres, ambos ingenieros, le inculcaron desde pequeño la importancia del estudio; eso sí, sin perjuicio de la otra vertiente principal en su vida: el fútbol. Compaginó ambas cosas, incluso ingresó en la universidad para estudiar Administración de Empresas durante 2 años, hasta que supo que el deporte iba a convertirse en su profesión, algo que ocurrió tiempo después de que un ojeador de River Plate lo descubriera.
“Mis padres me inculcaron estudiar porque el deportista tiene una carrera corta”
Lucas Orbán para El Gráfico
De manera meteórica, se hizo un hueco en la primera plantilla del club millonario. Sin embargo, ante la falta de minutos, salió cedido rumbo a Tigre. Un año en la zona norte Buenos Aires para después regresar al Monumental con la esperanza de triunfar en el club del que siempre fue hincha. Sin embargo, no consiguió convencer al técnico que por aquel entonces dirigía River Plate, Matías Almeyda, al que muchos recordarán por su carrera como mediocentro en el Calcio y con el dorsal 5 a la espalda en la Albiceleste durante los Mundiales de Francia’98 y Corea y Japón’02. Actualmente dirige al San José Earthquakes de la MLS.
Tigre aprovechó la coyuntura y se hizo con el 50% del pase del jugador. Sus técnicos, viejos conocidos del fútbol español como la leyenda grogueta Rodolfo Vasco Arruabarrena, Diego Cagna o Néstor Gorosito (actual entrenador de Gimnasia y Esgrima La Plata), vieron en Lucas Orbán un defensa rápido, fuerte, contundente y con habilidad para el juego aéreo. Así fue como el lateral izquierdo disputó su segunda temporada en las filas del Matador del fútbol argentino a un gran nivel, participando en 46 encuentros y llamando la atención de varios equipos del viejo continente.
“Trato de aportar marca, clausurar mi sector, tener salida limpia, entregarles la pelota a los generadores de juego y no arriesgarla de más”
Lucas Orbán para El Gráfico
El destino estaba en Francia: aquel verano de 2013, el Girondins de Burdeos le daba la oportunidad al jugador de dar el salto a Europa previo abono de 3 millones de euros por su traspaso. La adaptación fue rápida: un total de 30 encuentros disputados y primera convocatoria con la selección argentina en noviembre de 2013 de la mano de Alejandro Sabella, el técnico que llevaría a la Albiceleste a la final del Mundial de Brasil en 2014.
La regularidad y las garantías defensivas mostradas en Francia llamaron la atención del Valencia CF. Buscaban Rufete y Ayala un perfil de defensa zurdo polivalente, resolutivo y de buen juego aéreo. Bingo. Así, Orbán se unió a Nicolás Otamendi (Benfica), Rodrigo de Paul (Atlético de Madrid), Rodrigo Moreno (Leeds United), André Gomes (Everton), Yoel Rodríguez (Eibar), Álvaro Negredo (Cádiz), Joao Cancelo (Manchester City) y Shkodran Mustafi (Levante) para reforzar y dar forma al nuevo Valencia de un Nuno Espírito Santo (Tottenham) que completó un gran año clasificando al club para la siguiente edición de la Champions League.
Para el recuerdo de su etapa como valencianista quedará siempre su gol en la primera jornada de Liga, en su debut, ante el Sevilla y en el Pizjuán: un tanto que le daba el empate al Valencia en el minuto 87 de encuentro. Sin embargo, su irregularidad y la irrupción de un tal José Luis Gayà fueron diluyendo el protagonismo y los minutos de Lucas Orbán en la banda izquierda de Mestalla. De hecho, tras un año y medio en el equipo, en enero de 2016 salió cedido rumbo al Levante, donde tampoco cuajó en la segunda parte de la temporada 2015/2016.
La relación Lucas Orbán-Valencia CF terminó definitivamente cuando el club le dio la carta de libertad y el argentino hizo las maletas al final de aquella campaña para fichar por el Génova, un clásico del Calcio dirigido en aquel entonces por el discípulo de Gian Piero Gasperini, el arquitecto del actual Atalanta, el croata Ivan Juric (actual técnico del Torino). Il Grifone terminaría aquel año salvando la categoría con escasa participación del exvalencianista (11 partidos de Serie A y 2 de Coppa Italia), que coincidió en el vestuario del Luigi Ferraris con sus compatriotas Nicolás Burdisso (retirado), Ezequiel Muñoz (Independiente de Avellaneda), el hijo del Cholo Giovanni Simeone (Hellas Verona) y Lucas Ocampos (Sevilla).
Tras un año en el norte de Italia, la posibilidad de volver a Argentina tomó forma gracias a Racing, club del que salieron grandes jugadores como Lautaro Martínez (Inter de Milán), Juan Musso (Atalanta), Rodrigo de Paul (Atlético de Madrid), Gabriel Mercado (Internacional de Porto Alegre) o los históricos valencianistas Miguel Ángel Adorno o Claudio Piojo López, entre otros muchos. En los más de 4 años de Lucas Orbán en la disciplina de Academia, el exvalencianista ha intervenido en 57 encuentros, sin mucho protagonismo en los últimos tiempos.
El pasado jueves, el club nombró oficialmente a otro exvalencianista, Fernando Gago, como nuevo entrenador. Ya se habían sentado estos años en el banquillo de Racing el actual entrenador del Celta de Vigo, Eduardo Coudet, y otro viejo conocido de la afición del Valencia: el santafesino Juan Antonio Pizzi. Con ninguno de ellos terminó de afianzarse en la línea defensiva de los albicelestes un Lucas Orbán que espera salir beneficiado del relevo en el banquillo del Cilindro de Avellaneda.
Cualquier oportunidad a estas alturas de su carrera será un éxito para un tipo que se expresa con un lenguaje y un aplomo propios de una persona culta y formada. Un tipo que rompe con los estereotipos:
“Aprecio la vida de una manera distinta”
Lucas Orbán para El Gráfico