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fútbol internacional / OPINIÓN

Exvalencianistas por el mundo: Rainer Bonhof

22/04/2023 - 

VALÈNCIA. A poco más de una semana de arrancar el mes de mayo entramos, si es que no lo habíamos hecho ya, en la fase decisiva de las grandes ligas europeas. Barcelona, Nápoles y PSG lo tienen todo a favor en España, Italia y Francia. Sin embargo, la Premier y la Bundesliga, dos competiciones que gozan de muy buena salud, encaran la recta final de competición con todo por decidir no solo en cuanto al título, sino también en lo que respecta a los puestos europeos y de descenso.

Concretamente, el caso de la Bundesliga es particular. La dictadura del Bayern de Múnich parece tocar a su fin, o por lo menos la indiscutible autoridad con la que ha mandado las últimas temporadas. A pesar de ser el equipo mejor colocado para levantar el título, siente en la nuca el aliento de un insurrecto Borussia de Dortmund que sueña con recortar los dos puntos de diferencia para romper una hegemonía bávara que ya alcanza la década de edad.

Uno de los grandes contribuyentes al buen momento que atraviesa el fútbol germano es el tercer clasificado, un humilde conjunto que dirige el suizo Urs Fischer: el Unión Berlín. Die Eisernen, los Hombres de Hierro, está haciendo historia tras ascender a la máxima categoría del país en 2020 por primera vez en sus 116 años de vida y encadenar de manera consecutiva un séptimo y un quinto puesto en Bundesliga.

Tras debutar en competición europea disputando la pasada campaña la Conference League y estrenarse este año en la Europa League (cayó en octavos de final ante el Union Saint-Gilloise belga, rival en cuartos del Bayer Leverkusen), ahora luchan con todos los honores por lo que supondría uno de los éxitos más increíbles en la historia del fútbol europeo: enfrentarse a los más grandes del continente en la Champions League.

"Hay un anhelo de grandeza en el club del que no se habla en voz alta”

Cristoph Biermann, autor del libro Viviremos para siempre: mi increíble año con el FC Union Berlin

Un milagro con mayúsculas para un equipo de culto en Europa que, más allá de un sublime y arduo trabajo desde la gestión y la dirección deportiva, tiene un vínculo emocional único con sus aficionados, los mismos que históricamente provienen de la clase obrera y el sector del metal y los mismos que hace 20 años salvaron al club de la bancarrota con sus propias donaciones (1,46 millones de euros para pagar el aval a la Federación Alemana). La epopeya de un humilde y un sueño hecho realidad que desafía las tendencias del fútbol moderno e inspira a lo largo y ancho del continente.

Los rivales del Unión por la Champions son el Leipzig de Marco Rose y otro equipo de la misma estirpe que los de Köpenick: el Friburgo. El modesto club de la Selva Negra es otro caso de éxito que parte de la esencia más pura del fútbol con una afición entregada y un técnico, Christian Streich, que se formó en el propio club y acumula ya más de 11 años al frente de los Breisgau-Brasilianer. Toda una rareza en un fútbol actual que no entiende de segundas oportunidades.

Tanto Unión Berlín como Friburgo, dos modestos que sueñan con disputar la máxima competición continental, son dos proyectos con muchas similitudes pero con tendencias futbolísticas contrapuestas. Si los berlineses rozan la perfección en la disciplina del juego directo, las segundas jugadas, los balones divididos y el contragolpe, el conjunto de Streich presenta una clara apuesta por sacar el balón jugado desde atrás asumiendo riesgos y es tremendamente vertical en el último tercio de campo.

Por si meterse en Champions no fuera suficiente aliciente a corto plazo, el Friburgo sueña también con levantar este año la Copa de Alemania, un desafío que tendrá como próximo escollo a otro rival directo como el Leipzig, que marcha cuarto en liga. Se trata de la reedición de la última final, cuando los toros se impusieron en la tanda de penaltis tras jugar con uno menos y recibir tres disparos al poste. Con la confianza de haber derrotado en cuartos de final al todopoderoso Bayern de Múnich a domicilio, el modesto club sureño clama venganza y no le teme a nada. Stuttgart y Eintracht de Frankfurt se batirán por el otro billete para una final que acogerá el Olímpico de Berlín el sábado 3 de junio.

“Estamos de nuevo en semifinales, es algo grandioso para nuestra afición"

Christian Streich, técnico del Friburgo, para ESPN

Un poco más alejado, pero también en posiciones europeas, transita el Bayer Leverkusen de Xabi Alonso, que parece llegar algo tarde a la pelea por una cuarta plaza que ahora mismo atisba a siete puntos de distancia. Complicado pero no imposible.

La pugna en lo alto de la tabla es un aperitivo en comparación con la descarnada lucha por la salvación en las profundidades. Ahora mismo Hertha Berlín y Schalke 04, colista y penúltimo, aún tienen serias opciones de salvación. El Stuttgart disputaría hoy por hoy el playoff de Relegation ante el tercer clasificado de la 2. Bundesliga, un trago que Die Roten quieren ahorrarse a costa de Bochum, Augsburgo o Hoffenheim, que también navegan al filo del abismo.

Uno de los pocos que ya piensa en la próxima temporada es otro histórico del fútbol teutón: el Borussia Mönchengladbach. Cuando se escriben estas líneas, los de Daniel Farke marchan décimos en tierra de nadie, con escasas esperanzas europeas y lo suficientemente alejados de los fantasmas del descenso. Los Potros protagonizaron dos buenas temporadas previamente a la pandemia del COVID19 e incluso llegaron a disputar la máxima competición continental la temporada 2020/2021. A partir de ahí, tiempo de sobrevivir y poco más.

La histórica entidad del oeste alemán vivió su época dorada durante los años 70 con la consecución de cinco ligas, dos Copas de la UEFA y una final de Copa de Europa que perdió ante el Liverpool en 1977. Leyendas como Jupp Heynckes (máximo goleador de la historia del club), Günter Netzer, Uli Stielike o Berti Vogts fueron piezas clave en una década irrepetible en la que los de Renania se ganaron con justicia el apodo de Los Potros de Mönchengladbach.

No fueron los únicos: Rainer Bonhof, campeón del mundo en 1974 con la República Federal de Alemania y futbolista del Valencia entre 1978 y 1980, aportó su enorme talento y despliegue para llevar a lo más alto al mítico club fundado en 1900. Además, actualmente y desde hace 14 años, el exvalencianista ostenta el cargo de vicepresidente a la sombra de Rolf Königs, el máximo dirigente desde el año 2004.

“Jugábamos a uno o dos toques y no parábamos de correr"

Rainer Bonhof, actual vicepresidente del Borussia Mönchengladbach, para Las Provincias

Con un físico privilegiado para el centro del campo y un excelso golpeo de balón con su pierna derecha, Rainer Bonhof (Güeldres, 1952) se crio en la pequeña ciudad de Emmerich, situada a orillas del Rin y a escasos cinco kilómetros de la frontera con Países Bajos. En 1970 fichó por el que sería el club de su vida, el Borussia Mönchengladbach, donde hizo historia a lo largo de las ocho temporadas que defendió sus colores.

Durante dicho período, levantó cuatro Bundesligas, una Copa de Alemania y una Copa de la UEFA, además de proclamarse con la RFA campeón de Europa en 1972 y del mundo en 1974 junto a leyendas como Sepp Maier, su amigo Berti Vogts, Franz Beckenbauer (presidente de honor del Bayern de Múnich), Paul Breitner, Wolfgang Overath, Uli Hoeness (miembro del consejo del Bayern de Múnich), Jürgen Grabowski o Gerd Torpedo Müller. Dos años después, en 1976, fue subcampeón de la Eurocopa que conquistó Checoslovaquia en aquella final de la mítica obra de arte de Antonin Panenka (actual presidente del Bohemians 1905 de Praga) desde los once metros.

En verano de 1978, y tras la insistencia durante años del presidente valencianista D. José Ramos Costa, Bonhof cambió de aires y aterrizó en Valencia después de haber disputado el Mundial de Argentina en el que se coronó la Albiceleste de otro valencianista: un tal Mario Alberto Kempes. Fueron dos temporadas fantásticas en las que se ganó la Copa del Rey de 1979 frente al Real Madrid en el Vicente Calderón con una enorme actuación del Matador, y la Recopa de Europa de 1980 en el estadio de Heysel, con el meta Carlos Pereira disfrazado de héroe en la tanda de penaltis. Con Bonhof, el Valencia contaba sin duda con uno de los mejores centrocampistas del continente y un equipo con nivel para luchar por títulos.

Fueron sin duda dos años maravillosos en la capital del Turia tanto en lo personal como en lo futbolístico en los que a Bonhof le sobró el tiempo y el carácter para integrarse en la ciudad como un valenciano más y dejar una huella imborrable durante décadas. Todavía hoy vuelve a menudo a Valencia y recuerda junto a sus excompañeros de aquel gran equipo aquellos años dorados en los que se forjaron amistades que sobreviven al paso del tiempo:

“Intento volver un par de veces al año. Estoy en contacto con Felman, Botubot, Arias, Tendillo…

Rainer Bonhof, actual vicepresidente del Borussia Mönchengladbach, para Las Provincias

El alemán abandonó Valencia con lágrimas en los ojos en verano de 1980, momento en el que se proclamó de nuevo campeón de la Eurocopa antes de hacer las maletas rumbo a Colonia. En la ciudad más antigua de Alemania, Rainer disputó tres temporadas y levantó una Copa de Alemania. Ya en el ocaso de su carrera, defendió durante seis meses la camiseta del Hertha de Berlín, un club que por cierto vive en la actualidad tiempos muy duros, y colgó las botas en verano de 1983.

Como entrenador probó suerte en las inferiores de la Mannschaft y de la selección de Escocia y fue segundo entrenador de ambas selecciones en categoría absoluta. Incluso llegó a dirigir a su Gladbach durante 28 encuentros entre 1998 y 1999, todo ello antes de dedicarse plenamente a las labores de gestión en el seno del club de Renania, un rol que mantiene a día de hoy como vicepresidente de la entidad.

Cuatro décadas después y a pesar de todo lo que ha llovido, Valencia sigue muy viva en la memoria de Rainer y el recuerdo de aquel todoterreno alemán que desde muy pronto sintió la ciudad como su propia casa permanece imborrable en el recuerdo de la afición valencianista. Las baldosas de Mestalla no lo olvidan: historia viva y testigo de una época irrepetible cuando corren tiempos muy convulsos para el valencianismo transcurridos más de cuarenta años.

“Valencia es así, te enamora de un día para otro"

Rainer Bonhof, actual vicepresidente del Borussia Mönchengladbach, para Veus Cé-Fé

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