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Frente al teorema Murthy, resistencia

De un tiempo a esta parte, resignados ante la dificultad de cambio en la gobernación, resignados ante la imperturbabilidad del propietario lejano, estamos ajustándonos, como tomando provisiones ante lo que está por venir

17/03/2017 - 

VALENCIA. El modelo Valencia Club de Fútbol se deshilacha, raído, con sus costuras reventadas, dirigiéndose hacia el peor de los lugares: la nada. Pero... y qué. Aquí no pasa nada porque los aficionados del Valencia somos sufridores y estamos acostumbrando a palmar. ¿O es que hemos estado ganando dobletes cada lustro? Que no, que somos de patir. Y quien no esté acostumbrado, que se acostumbre.

El párrafo anterior es un intento de condensar un estado de opinión creciente que resulta atractivo porque sirve para calmarnos, para contextualizar la desdicha, para darnos oxígeno: estamos mal, pero ya hemos estado mal antes y tampoco se ha acabado el mundo. Cualquier día se convoca una manifestación bajo el grito “al loro, que no estamos tan mal”. Y además vamos a fichar a Fernando y Mateo Alemany.

De un tiempo a esta parte, resignados ante la dificultad de cambio en la gobernación, resignados ante la imperturbabilidad del propietario lejano, estamos ajustándonos, como tomando provisiones ante lo que está por venir. Resulta que ahora el valencianista es un sufridor, está más acostumbrado a perder que a ganar. 

No es que sea falso, tampoco del todo real (este club ya podía estar herido que cada década acababa tocando metal). Sobre todo es que suena a estratagema para afrontar años difíciles.

Dirigiéndonos por la vía del pupas, del yunque de la adversidad, una tendencia habitual entre desdichados a la que el Valencia, más dado a la ambición y al más difícil todavía, pocas veces recurrió. Sin percatarnos demasiado tomamos el camino del dolor y el vía crucis, el de la resignación, hermanos.

Resulta que la hinchada más guerrera, la más inclemente, se intenta compadecer a sí misma, diciéndonos que esto ya lo vivimos. que lo superamos, que ya pasará, si pasa. Es bien comprensible, hemos llegado a la fase de cuota de morfina.

Cuando el iluminado enviado, Murthy, dice que el valencianismo no está enfadado, que todo es un invento, lleva mucha razón.  No sé si ellos cambiarán, no es probable (parches para un modelo imperturbable). Nosotros ya lo estamos haciendo: ya no estamos enfadados sino amoldándonos a un proyecto pequeño, buscándonos justificaciones. Puede que sea la mejor forma de resistir un largo invierno.

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