opinión

Getafe, primer domingo de diciembre

25/10/2018 - 

VALÈNCIA. Conforme el Valencia ha ido siendo mejor, esto es, más perfecto, más esculpido por el rigor, más a la semejanza de una idea, el Valencia ha ido siendo peor. Como en toda recesión, el lenguaje de la fe reemplazó la fuerza de la evidencia. Y el declive, la caída, se cubrió, lo embadurnamos de creencia. La homeopatía reemplazó a la medicina. 

Hay un episodio, una mala tarde, un traspiés más inesperado que otro, que acaba desnudando al rey. Hasta ahora el Valencia, a regañadientes, ha ido aparentando, ganando algunos buenos partidos, compitiendo otros tantos, empatando. Y mientras tanto, ha ido engañándose con algunos brotes verdes, colapsando al tiempo que esperaba una mejora providencial.

Todo lleva a un día. A aquel primer domingo de diciembre pasado. Cuando el grifo por el que el agua brotaba (muy) salvaje, encontró su primer obstáculo. Getafe, el primer partido de Liga que perdía el grupo eufórico de Marcelino. Fue como perder la lozanía y entrar en una añoranza de lo que había sido (“el equipo marca menos pero es mejor”, nos dijimos). Desde entonces del grifo el agua ya solo se abre paso a cuentagotas.  

El músico Jordi Sapena recordaba ayer el balance desde entonces, desde ese día de diciembre. Suena a esto: 16 victorias, 13 derrotas, 14 empates. 

El Valencia, tras Berna, se ha reunido frente al grifo. ¿Por qué ya no sale agua?, nos preguntamos. Y alguien acabará contestando: ‘¿y te lo preguntas ahora?’.

La búsqueda de la perfección de la idea táctica, empeoró al equipo, lo hizo menos libre, más apocado, más acartonado, menos talentoso. El adanismo de aquel a quien todo le sale bien se convirtió en empeño caprichoso porque todo estuviera bajo el mismo credo (comenzando por desequilibrar una delantera incluyendo a la fuerza un agente externo, Vietto). Y en esas el equipo fue limitando su garbo, sobreviviendo por la inspiración de Rodrigo, en el momento más desbocado de su vida. 

Hay una cosa buena: ya sabemos que ya no sale agua del grifo. Hay una cosa mala: después de meses viendo caer las gotas que en realidad no caían, ¿hay suficiente atrevimiento para un plan diferente? 

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