VALÈNCIA. En 2000, bajo la dirección de Ridley Scott, se estrenó la película “Gladiator”, protagonizada por Rusell Crowe. Es una historia de sacrificio y superación, donde se nos cuenta las muchas vicisitudes que tiene que afrontar el general romano Máximo Décimo Meridio. Su historia es la de aquel que asume que al destino se le puede combatir siempre y cuando el ser humano decida no escatimar esfuerzos por querer cambiarlo, revertir la fatalidad, no desfallecer y, sobre todo, confiar en las propias posibilidades de cada uno, porque la vida siempre da una oportunidad para mostrar todo lo que uno puede ofrecer.
Después de muchos días de especulaciones, por fin tenemos aquí a Maxi Gómez, nuestro gladiator particular. Este Maxi, no es el décimo, sino el undécimo uruguayo; y tampoco es “meridio”, sino puntal. Como el general romano, nuestro Maxi es fuerte, no teme tampoco a los desafíos que supondrá jugar (o clasificarse) la Champions o luchar por ganar algún título. No bastará tampoco con jugar bien, sin más. Nuestro Maxi ha de saber que vendrán momentos no tan felices (siempre vienen), pero que tendrá a miles de seguidores a su lado, siempre que lo dé todo y que en su mirada se refleje el sacrificio y la profesionalidad. Se le exigirá, cada vez que salga al foso de un estadio, que ofrezca espectáculo, porque es un jugador caro y porque, también, venimos de un pequeño bache goleador en la pasada temporada. Su espada será clave para que el Valencia CF logre seguir su escalada hacia cotas más elevadas y se enganche, de nuevo, al tren de los clubes más fuertes del viejo continente, aunque su poderío económico sea mucho menor. Por tanto, ha de saber Maxi que viene a un equipo de gladiadores y que él será uno más en el grupo, pero debe ser un líder en el ataque, ese “alguien” que asuma la difícil tarea de dar sentido a todo el engranaje del juego colectivo. Bueno: él y muchos otros como él, claro está, porque quien se descuide esta vez parece que no tendrá una segunda oportunidad de la mano de Marcelino.
Pero Maxi, además, debe saber que ha venido a cubrir el hueco que ha dejado un auténtico luchador, Santi Mina. Sabemos que el uruguayo tiene más calidad con el balón en los pies y en sus remates, pero si desfallece un segundo en su entrega y en su voluntad siempre quedará por delante el gallego, porque a entrega no le ganaba nadie. Ahora, como buen hijo pródigo, Santi Mina regresa curtido y con caché. Se nos ha ido un guerrero, honesto y valiente, tan capaz de desesperar como de levantarte de la silla solo a golpe de voluntad y confianza en sí mismo. Creo que su precio de salida ha sido bajo o muy bajo, aunque tengo la esperanza de que haya, por ahí, alguna cláusula que permita que el equipo valencianista se lleve algún porcentaje para futuras ventas. A nivel financiero sí veo la operación como muy positiva para ir salvando los escollos del “Fair play”, pues el Valencia CF puede presentar ahora mismo una venta por veinte o veinticinco millones de euros y una compra por unos quince, mientras que el Celta puede poner sobre sus cuentas la pegatina de vendido por cincuenta y comprado por veinticinco. Todas las partes salen ganando visto así: un buen acuerdo que lleva a los futbolistas a donde querían estar y a los clubes con los números que necesitaban. Solo así puedo comprender esta operación en su totalidad.
Más allá de esto, ojalá que nuestro Maximiliano Gómez, alias “Gladiator” para este equipo guiado por el eslogan de “Valentia” de la casa Puma, está llamado a triunfar y estaremos nosotros a su lado, porque es lo que han decidido quienes mandan y quienes nos han llevado hasta aquí y en ellos confío el destino de mi Valencia CF. Curiosamente, al personaje protagonizado por Rusell Crowe le llamaban “Hispano”: y ya son demasiadas las coincidencias. Para rematarlo, quiero pensar, también, que será un jugador incómodo para todas las defensas, igual que el general romano se enfrenta a Cómodo para vengar a los suyos.
Has de saber, bienvenido Maxi, que no habrá día que no tengas el apoyo y el cariño de los valencianistas, como tampoco habrá día en el que no te pida que lo des todo, aunque las cosas no salgan bien. Tus compañeros ya lo saben y te lo dirán e, incluso, tú mismo lo verás la primera vez que te pongas esta camiseta para saltar al terreno de juego y entiendas que esta es una tierra de valientes y de humildes guerreros. No pierdas nunca ese signo de identidad que te ha llevado hasta aquí, porque entonces, si pierdes esos valores, te convertirás en un esclavo que deberá de luchar también consigo mismo y contra los rivales y quizá Mestalla algún día tampoco sea compasivo contigo. Has de saberlo: vienes a hacer más grande a este club y no solo a hacerte tú más grande, no lo olvides. Un futbolista solo es realmente feliz cuando juega y gana y es así como te queremos ver: feliz, porque eso significará nuestra propia felicidad. Y, a Santi Mina, solo agradecerle su entrega incondicional: ojalá tengas la suerte que le sobre al Valencia CF, pues aunque aún te sintamos como uno de los nuestros, ahora ya estás en el bando enemigo. El fútbol, como el espectáculo, debe continuar.