Para mí es el entrenador del Valencia y punto. Y no creo que negociar las renovaciones con Piatti, Parejo o Feghouli sea motivo de distracción para la dejadez de sus funciones de director técnico de la primera plantilla.
VALENCIA. Es el personaje que más debate está generando en estos días, Zorios mediante. Tras una clasificación justa, de apretada, pero merecida a la Champions, la parroquia se (nos) las prometía (mos) felices. Había un primer año donde se hizo una temporada notable y se vislumbraba una evolución por aquello de la estabilidad del proyecto. A pesar de la renovación un tanto precipitada por parte del jefe y las barricadas levantadas por ello, la pelotita entraba y los objetivos se cumplían.
Sin embargo, tras cinco jornadas de liga, las cañas se tornaron lanzas y se señala al entrenador por los resultados, con animadversión por parte de la grada y con debates acerca de la, supuesta, extralimitación de sus funciones, que parece van más allá que ser entrenador, a medio camino entre el manager general deportivo del modelo inglés y la externalización de la secretaría técnica por obra y gracia de Gestifute.
No pienso entrar aquí a debatir acerca de a quien representa Nuno. Conforme el periódico que lea o el dial que sintonice el lector tendrá una opinión inamovible. Para mí es el entrenador del Valencia y punto. Y no creo que negociar las renovaciones con Piatti, Parejo o Feghouli sea motivo de distracción para la dejadez de sus funciones de director técnico de la primera plantilla. El debate quiero generarlo con los aspectos que única y exclusivamente tienen incidencia en los 90 minutos de cada partido, que es lo que realmente importa.
Como espectador, el espectáculo que ofrece el Valencia no me gusta. No es atractivo, no se muestra corazón en las acciones y el equipo vuelve a aquella apatía de las épocas de Djukic y Pellegrino. Y eso desespera al aficionado que paga la tele, una entrada o al que se ha dejado cosas en el camino para adquirir el abono de temporada.
No estamos hablando de presencia en el área rival. No por más acumular delanteros se garantiza gol. Estamos hablando de automatismos en los movimientos. En aplicar los principios ofensivos que se aprenden cuando estás estudiando los diferentes niveles de entrenador y que, supongo, serán los mismos aquí que en Portugal. En decidir, por ejemplo, si quieres que tu equipo haga repliegue normal o intensivo. O si tu propuesta al tener la pelota es realizar ataque organizado canalizado o buscando rechace. Es escoger entre pressing y presión. Son todas esas cosas que quizá muchos no sepan como se llaman ni trabajan pero que uno de mis profesores, ex-jugador valencianista, definió tan castizamente como "plantejament".
Es adaptar tu plantilla a un sistema, no al revés. Es entender que lo que fue válido la temporada pasada, no necesariamente debe o puede serlo esta. Porque el scouting es eso. Buscar las debilidades del contrario y contrarrestarlo con tus fortalezas. Y buscar soluciones para encontrar el camino del éxito, que pasa por ser de los cuatro primeros en la liga. Es ser consecuente y justo con la toma de decisiones e ir de frente para que no te partan la cara (en sentido figurado). Es exigir en tu organigrama de trabajo alguien que sea igual o mejor que Ian Cathro y, si lo has encontrado, ponerle el mínimo de exigencia donde el escocés alcanzó su máximo. Porque no quiero pensar que la meteórica trayectoria de Nuno sea porque Cathro era el cerebro en la sombra, ya que en Newcastle pueden estar de enhorabuena y nosotros haciendo casting de entrenadores de media temporada.
Y, sobre todo, es sentir valencianismo. Es llenar con algo más que palabras y gestos el sentimiento. Es reconocer el error y disculparse por ello. Es provocar cercanía, apostando fuerte por la institución que es generosa con los hijos de otra sangre. Que Nuno se mire en el espejo de Benítez. Seguro que le gustaría ser recordado como hoy lo es él, a pesar del banquillo que en estos momentos ocupa. Pues la fórmula es sencilla: se tiene que partir la cara de verdad, sin posturas. Sentir el hierro. Convertirse en uno de los nuestros para ganar el aplauso sincero, ese que no se hace con las manos, sino con el corazón.
"No ens agrada el plantejament, Nuno." Seguro que esa es la reflexión de la mayoría de los valencianistas a los que el martes por la noche se les agrió la cena, transformando un miércoles intrascendente en un lunes negro por culpa de la dichosa pelotita. En manos del técnico está. Pasar a la historia o ser historia. Que aunque parezca lo mismo, no lo es. Hoy, el primer día del resto de la temporada. Si quiere Nuno, claro.