VALÈNCIA. Minuto 98 y algunos segundos del partido del Valencia ante la Real Sociedad, Hernández Hernández pita el final con triunfo por la mínima del Valencia CF y Mestalla explota de júbilo. Mientras tanto los jugadores se abrazan exhaustos y celebran con la grada tres puntos fundamentales, todos menos uno. Hugo Duro cae al suelo extenuado por el esfuerzo y rompe a llorar. Es Thierry Rendall el primero que se acerca hasta él y le hace gestos de cariño ante el derrumbe físico y emocional del madrileño. Minutos más tarde las asistencias del club tienen que atenderlo tras un leve mareo producto de haberse vaciado durante casi 100 interminables minutos.
La lesión de Cavani ante el Athletic de Bilbao le abrió las puertas de la titularidad nuevamente al madrileño. El futbolista por el que el Valencia CF apostó en el final de la temporada pasada pagando al Getafe los 4 millones de su opción de compra tras un buen rendimiento a las órdenes de Bordalás había comenzado con mal pie la presente temporada.
Una lesión en su tobillo llegó a amargarle la vida hasta el punto de declarar tras el amistoso invernal ante el Nottingham que: "La lesión me hacía llegar a casa llorando porque no podía entrenar, lo he pasado bastante mal estos meses".
A ello hay que unirle que las características del getafense no encajaban con el gusto futbolístico de Gattuso que prefería jugar en la delantera con extremos a pierna cambiada con buen trato de pelota y con el uruguayo Cavani buscando el gol, mientras que Duro es un futbolista de mucho trabajo. Si bien es cierto que había jugado en 16 de los 22 partidos, sólo en 5 de ellos había formado desde el inicio, sólo había jugado 1 completo (ante el Getafe en el debut de Baraja) acumulaba 623 minutos hasta el sábado y sólo había podido ver puerta una vez.
Al partido del madrileño ante la Real sólo le faltó el premio del gol pero ello no fue óbice para meterse en el bolsillo el favor de la grada por su entrega sin reservas durante todo el partido. Se movió por todo el flanco del ataque para abrir huecos, peleó todas las pelotas aéreas en el juego directo que practicó el equipo, chocó en innumerables ocasiones con los defensas para pugnar por pelotas casi inalcanzables, forzó el penalti que más tarde rectificaría Hernández Hernández y corrió. Y corrió, y no paró de correr hasta la extenuación yendo a la presión de Remiro en los golpeos con el pie, a molestar a los centrales para que no estuvieran cómodos en la salida de pelota y al final en la persecución de Zubimendi e Illarra cuando la Real se metió en los minutos finales en cancha del Valencia buscando el gol del empate. Forzó el sólo 4 faltas de la defensa realista, hizo una infracción sobre los blanquiazules y se echó una cantidad incontable de kilómetros a las piernas para ayudar al equipo. A todo ello hay que sumar que además ganó 12 duelos él solo en el cuerpo a cuerpo (de ellos en el juego aéreo).
El primer objetivo, obviamente, no era otro que sumar tres puntos para el equipo. Pero además en el derroche del sábado de Hugo Duro había un componente de rabia, de inconformismo para reivindicarse y volver a ser importante en el equipo que apostó por él la pasada campaña, por eso sus lágrimas al final del partido. Lágrimas de dolor por el esfuerzo y de rabia, de explosión final por haberse impuesto a todos los infortunios que le perseguían desde el comienzo de la temporada. Veremos qué ocurre cuando Cavani esté para volver, pero una cosa es segura: Hugo Duro va a vender muy caro el puesto de titular porque además sus características encajan como anillo al dedo con los planteamientos de Baraja. Su vida es un constante levantarse ante las adversidades. Venció al "tocó en Hugo Duro", marchó al Castilla y acabó jugando Champions con el Madrid, se ganó el favor de Mestalla, y ahora ha vuelto para quedarse. Y si fuera necesario vaciarse hasta lo inhumano en cada partido, está dispuesto a ello. El sábado ya lo pudimos comprobar.