VALÈNCIA. Antes de que alguien se ofenda por el título –que os veo venir a los modernos-, Humor Amarillo era un maravilloso programa que marcó la infancia de los niños de mi época. Me encantaba ese programa y lo recuerdo con mucha nostalgia con el paso del tiempo. Para los que no saben de qué hablo porque son muy jóvenes, era una espacio de entretenimiento llamado “Takeshi Jo” o “Takeshi’s Castle” que se emitía en Telecinco y que versaba sobre asiáticos –creo que eran japoneses, aunque todos pensábamos en su época que eran chinos- intentando derrotar al malvado Takeshi en su castillo haciendo pruebas alocadas, enfangados hasta los topes y donde cada vez el tortazo era más grande. Al principio me impresionaba e incluso me asustaba pero al final te lo acababas tomando a cachondeo de lo estrafalario que era todo y lo dabas por imposible. Nadie triunfaba con esa gente. Nunca vi a nadie ganar.
Pues el Valencia CF de Meriton, ahora mismo, es Humor Amarillo.
Lejos de ser Disneylandia donde todo es bonito, maravilloso y mágico; el club es una concatenación de pruebas de barro que acaban siempre de la peor forma. Con tortazos, cañonazos y rara vez con un final feliz. Mirad:
La prueba de las hamburguesas es la planificación deportiva del Valencia CF. Esta prueba trataba de saltar sobre piedras –que parecían hamburguesas y en mi clase le llamábamos así- en una especie de estanque lleno de agua turbia. De hecho la prueba se llamaba “zamburguesas”. Pues los chinos saltaban de un lado a otro de manera aleatoria y podía salir bien, mal o fatal. Así es la planificación deportiva del Valencia CF. Saltan de un lado a otro dependiendo de las sensaciones, del momento y de lo que les dice su instinto. A estas alturas aún no sé cuál es el plan -si es que hay-. No hay una estrategia a largo plazo, sino que es todo a salto de mata, o de hamburguesa. La temporada es un cúmulo de hamburguesas rodeadas de fango. Por desgracia, casi siempre salía mal, como aquí.
El laberinto del Chinotauro era otra de las pruebas estrella. En ella, un laberinto de puertas a modo de colmena daba a una única salida buena y el resto iba al fango. Mientras corrían los asiáticos, había un monstruo que les hacía la vida imposible. Pues es un poco lo que le pasa al entrenador del Valencia CF. Va abriendo puertas y cerrando otras con futbolistas que tiene por ahí, intentando llegar a la meta pero por mucho que lo intenta cae y se enfanga. Intenta evitar a los monstruos que tiene en el mismo recinto que él pero al final acaba atrapado. Intentaba armar un equipo normal y “el monstruo” que tenemos en el Valencia CF le acababa vendiendo un jugador. Va cambiando una y otra vez de estrategia pero no encuentra el camino. A veces también era culpa del concursante oriental de turno que corría en círculo del cague que tenía encima.
No os confundáis con las puertas del pánico que era ir corriendo para estamparse en una puerta directamente o atravesarla con distintos finales. Fango, monstruo o éxito. Así es un poco el partido a partido (o puerta a puerta) del Valencia CF. A veces nos pegamos el tortazo y otras evitamos el barro.
¿Y qué me decís de los rollitos de primavera? No los de comer, sino la prueba –conocida también como “los tronquitos”- que me recuerda mucho al mercado de fichajes del Valencia CF. Consistía en dar vueltas de tronquito a tronquito hasta completarlos todos o caer al fango. Era una burrada porque las espaldas acababan fracturadas siempre. Cuanto más tardabas en pasar, más ruina tenías encima. El mercado de fichajes del Valencia CF es claramente un reflejo de esta prueba. Es enroscarse y dar vueltas día tras día, cada vez en un jugador distinto para, al final, caer en el charco de barro. Primero un central, luego un centrocampista; luego otra vez un central, después otra vez otro centrocampista y así sucesivamente… dando vueltas sobre los mismos nombres hasta que llegan al último tronquito y se pegan la torta. Aquí se notaba los orientales que hacían deporte, porque lo hacían rápido de uno a otro ya que el truco era no dejarlos rodar y pasar el menor tiempo posible en ellos. Justo lo mismo que en el mercado de fichajes cuando tienes un director deportivo bueno: Fichar rápido, concreto, serio y sin titubear. Cuanto antes vengan y menos te entretengas en un tronquito… mejor.
Había otra que me molaba que era la de la tabla de planchar. Aunque también se le llamaba “surfeando con la muerte” era una tabla de planchar en toda regla. Era una plataforma que iba a toda velocidad y en la que tenías que saltar obstáculos hasta llegar a la otra parte. Parecía fácil pero lo complicaban siempre todo al final. Esto es un poco el papel que tiene un portavoz o figura pública en el Valencia CF. Gente como Zaragosí, Arias o incluso Javi Gracia quienes, a priori, podrían tener un papel cómodo en el club haciendo declaraciones o comparecencias, acaba siendo un salto de obstáculos total. Hacen una declaración y tienen que ver la forma de saltar o esquivar la cosa para no meter la pata y caer estrepitosamente. Todo saltos, todo obstáculos. Pasó con fichajes, con cosas del equipo, de objetivos o incluso con situaciones normales de lesionados.
Había otra prueba estrella y mítica que a Meriton se le da de lujo en su símil con la vida real: Los cañones de Nakasone. Esta prueba refleja la política con la gente que curra en el Valencia CF. En ella, se le daba una bola al participante y, a partir de ahí, uno de los malos tiraba cañonazos a hasta derribarlos mientras que estos debían atravesar la pasarela colgante con la bola. Así es cómo el Valencia gestiona a su gente. Les da marrones, los intentan coger y solucionar, y cuando están a punto de cruzar la pasarela les meten cañonazos desde dentro. Los fulminan. Ha pasado con todo tipo de empleados y, por desgracia, seguirá pasando.
Y luego ya está cuando salen del club esos jugadores, técnicos y empleados que es cuando se activa la prueba “lluvia de rocas”. ¿La recordáis? En esa prueba llovían rocas y piedras de todas partes con el objetivo de hundir y hacer caer al concursante. Pues así es cuando sale alguien del club, se activa el modo aspersor de mierda para intentar tumbarle su paso por el equipo. Desde no reconocerle sus méritos en su despedida, hasta comunicar cosas inciertas para no hacer valer su paso por el club.
Y me dejo muchas como la seta asesina, el terremoto, un chino voló sobre el nido del cuco o yo quiero ser Spiderman. Mención especial a las traducciones al español de los comentaristas y la tele de los 90 donde daba igual absolutamente todo. Y si no que se lo digan a Ramón García y su Gran Prix, una versión Spanish de Humor Amarillo.
Lo que no termino de ver es quién sería el mítico “Chino Cudeiro” en todo esto.
Visto ahora, desde la perspectiva valencianista, de humor tiene poco pero de amarillo mucho. Sobre todo si la cosa sigue igual de mal deportivamente.