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Bombeja Agustinet!   / OPINIÓN

¿Incendiamos Orriols?

27/10/2021 - 

VALÈNCIA. Renovar a Campaña por 3,2 millones al año fue un error mayúsculo: desequilibró el vestuario, desató agravios y egos, representó un gasto superlativo y un fracaso notorio de gestión y, además, confundió más aún a un futbolista ya de por sí irregular que tenía y tiene la cabeza fuera del Llevant. Dejar marchar a Tito y traer de vuelta a Manolo Salvador pretendía retroceder el modelo de gestión deportiva, trabajar con el entrenador, por el que parecía que se apostaba a largo plazo, y con el presidente. Fue un error. Y destituir a Paco López fue peor aún. Sin embargo muchos levantinistas aplaudieron en su día las tres decisiones del presidente, que nos han traído, junto a otras, a la actual situación. ¿Contra quién cargaremos el jueves, si el Atlético nos pasa por encima, como una manada de elefantes?

Saltaba a la vista que Campaña no merecía aquella renovación y que el Llevant tampoco se la podía permitir. Catalán cayó en la trampa de la renoventa, porque nadie iba a venir a por el sevillano y dejar en caja 60 millones ni 30 ni 20 ni 15 ni siquiera diez. Pero el sevillano sacó casi diez por tres años. Lo cierto es que pudo salir bien, como otras veces, como con Lerma, por ejemplo. El caso es también que en aquel justo momento sólo unos pocos advertimos el despropósito. La mayoría abrió el cava. Más aún cuando Luis Enrique lo convocó… Y de aquellos lodos, estos fangos, porque hay pocas cosas peores que el exceso de expectativas y los pájaros en la cabeza. En el mundo del fútbol nadie acierta siempre. Si se acierta la mitad de las veces ya es un éxito, de hecho. A Quico pudo salirle bien pero le salió mal. Esas cosas suceden cada día. Sin embargo falló una cuestión estructural: el futbolista no encajaba con los valores que el Llevant decía abanderar. Era obvio. Y no era el único. En algún momento aquello de los valores se convirtió en un eslogan vacío. En el palco del Pizjuán quedó más que claro, por si había alguna duda.

Tito trajó a Vukcevic. El fichaje más caro no ha ofrecido lo que se esperaba de él. Esa operación y la de Dwamena –con sus problemas cardíacos– fueron hondas contra Tito, amplificadas en los canales habituales. Se depuró al benidormí y una mayoría aceptó el discurso: Tito había derrochado nuestro dinero. Aunque él no tiene la chequera. Pocos vieron más allá. Quico se equivó gravemente, de nuevo, pero muchos compraron su decisión.

La destitución de López fue una aberración, un duelo que costará horrores superar, pero una mayoría del levantinismo abrazó la decisión. Quico temió la pañolada y huyó hacia adelante. Tras dos partidos del mestre fuera del club nadie se atreve a afirmar lo obvio: el equipo no sólo no ha reaccionado; sino que ha ido a peor.

Como sucede siempre que no entra el balón los argumentos racionales han saltado por la ventana. Nadie quiere escuchar ni leer una reflexión serena sobre la situación. Todos piden fuego, gasolina, cabezas de turco. Si el Atlético nos arrolla –como podría suceder– serán culpables hasta los palos de las banderas del Mos del Fotut. Si se quería dar un giro en el banquillo, lo inteligente era hacerlo en junio. Del 21 o del 22. O esperar a que pasaran Sevilla y el Atlético. Hasta en la letra pequeña se ha hecho todo mal.

En todo caso, háganse ustedes unas preguntas: ¿qué hicieron cuando le firmaron 3,2 millones al año a Campaña? ¿Y cuando se prescindió de Tito? ¿Y al destituir a López? El jueves están en su derecho de silbar. O de besar a su vecino de grada, si lo prefieren. Pero si deciden incendiar Orriols, plantéense con honestidad qué posición mantuvieron mientras el club iba deteriorándose, que esto no viene de ayer. Y preguntémonos todos qué ganaremos quemando las naves.

Salvemos la coyuntura, que amenaza con convertirse en drama. Y aprendamos la lección, pero de verdad, para un futuro en el que habrá que depurar responsabilidades, aunque a partir del jueves todo saliera bien.

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