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Indicios de un equipo que ya no pierde el tiempo

¿Qué supone el 2-2 en el Bernabéu más allá de una reafirmación del trabajo y un chute de moral para un inicio de temporada empinado? Nada definitivo, nada demasiado sólido pero sí unos cuantos indicios:

1/09/2017 - 

VALENCIA. Viví el Madrid-Valencia a miles de kilómetros de distancia y de madrugada cerrada con una sensación de cercanía extraña. El Valencia -tampoco es una reacción milagrera- acostumbra a hacer buenos partidos en el Bernabéu pasándose el miedo escénico de Valdano por el arco del triunfo, fruto de una rebeldía perpetuada. Las sensaciones, en cambio, esta vez son diferentes, no solo la aventura de un espejismo. 

¿Qué supone el 2-2 en el Bernabéu más allá de una reafirmación del trabajo y un chute de moral para un inicio de temporada empinado? Nada definitivo, nada demasiado sólido (tirar de reminiscencias e imaginar el regreso del viejo equipo es tan precipitado como inocente), pero sí unos cuantos indicios:

Indicio uno. El Valencia tiene capacidad de lucha táctica. Quizá de la actuación en el Bernabéu lo más invisible fue lo más relevante. Marcelino supo sorprender a Zidane, su planteamiento tuvo la virtud de alterar el orden de un rival que si algo hace como nadie es ser una máquina precisa de movimientos y libertades infalibles. En poco tiempo para ensamblar un grupo el de Marcelino neutralizó al de Zidane, un equipo mucho más trabajado. 

Indicio dos. El parejismo no ha muerto, que ha vuelto. Los que imaginábamos que Parejo era una pieza bien aprovechable cuya etapa en el Valencia se había extinguido, no supimos ver que se iba a convertir en el abajofirmante de los mandamientos de Marcelino. La obsesión del asturiano por integrar al chico de Coslada reconoce su poder para que la manada orbite en torno a él, al mismo tiempo asume la fragilidad del reto. Parejo es un medio delicado. Las palabras del jugador a Movistar+ proclamando que los entrenadores más importantes de su carrera han sido Valverde y Marcelino (¡con quien solo lleva semanas!) explican mejor que nada su relación. Si Parejo mantiene la constancia que tuvo con Valverde, al Valencia le irá bien irremediablemente.

Indicio tres. Que algunos jugadores hablen tan bien del entrenador, más allá de la facilidad del futbolista para lisonjear a su jefe a las primeras de cambio, resuena esta vez como un compromiso público. ¿Casualidad? No lo creo. Es consecuencia de la propia estrategia de Marcelino por rodearse de embajadores, jugadores que han estado con él (Paulista y la dieta), que lo conocen o a los que ha dado nuevos galones, al tiempo que se cargaba a quienes podían perturbar su liderazgo. Puede haber parecido sutil, pero la desaparición de los veteranos con ínfulas de estrellita, Nani incluido, ha sido una limpieza en toda regla, priorizando el bienestar del vestuario a cualquier atisbo de negocio. 

Indicio cuatro. Aumento de la calidad. Un básico. Con jugadores mejores la competitividad tiende a aumentar. La perogrullada tiene un ejemplo claro en pasar de Mario Suárez a Kondogbia. Un partido, solo un partido, pero otro indicio de que la columna vertebral se está conformando con mejor materia prima.

Indicio cinco. La Mestalleta Connection parece una evidencia. ¿Cómo no van a fluir juntos Gayà, Lato y Soler? Pero conocemos demasiados ejemplos de resistencia al progreso de canteranos bajo el pretexto de que estaban por hacer. Que Lato y Nacho Vidal comiencen a rodar con naturalidad, que Soler sea protagonista decisivo, cataliza al club, le confiere personalidad después de una era marcada por la carencia de alma. Para que suceda hay que permitirlo, sin temores ni mirada corta. En el Bernabéu el equipo era joven y competitivo. Términos compatibles cuando hay con qué, cuando el contexto es coherente y favorable.

Indicio seis. El Valencia ha vuelto a cometer la terrible indecencia de competir en el estadio madrileño en lugar de pastar dócilmente. Las palabras de Marcelo, situando la clave del partido en las pérdidas de tiempo del visitante, los rumores tuiteros de que el Valencia solo juega en el Bernabéu y luego se echa de dormir, son una prueba del descaro del equipo. 

Es esperanzador intuir que este proyecto comienza a saber cuáles son sus virtudes y también sus amplias limitaciones. Aunque solo son eso, indicios. Demasiadas temporadas perdiendo el tiempo. El domingo pasado los jugadores de Marcelino no lo perdían, Marcelo, lo aprovechaban.

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