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opinión

Inestabilidad es esto

Sólo cabe que se imponga el trellat de Prandelli sobre la inutilidad que combinan Suso y Meriton; ya que no hace falta gastar millonadas, simplemente encontrar oficio, una fisionomía diferente, veteranía y algún grado de liderazgo en jugadores honrados...

7/12/2016 - 

VALENCIA. Hoy sería un buen día para insistir en aquello de que el problema de este equipo está en el centro del campo, en las bandas, y más concretamente, en su doble pivote, que ni genera, ni destruye, ni equilibra, ni sabe manejar el timing de un partido, ni hacer tantas otras cosas... Pero ante la cantidad de soluciones en 140 caracteres que abunda por ahí, hay un asunto que se nos está escapando y para mí tiene un peso significativo en mucho de lo que pasa.

Así, como si nada, en los últimos tiempos el Valencia se deshizo de toda la base que lo sujetaba. Sufrió un cambio radical, demasiado brusco. Piatti levantaba las iras de muchos, pero era jugador que aseguraba diez goles por curso y una docena de asistencias, amén de un trabajo defensivo encomiable. A Feghouli lo puede pintar usted al nivel de cualquier delincuente, pero de ocho goles y doce asistencias no bajaba, además de ser el único en banda derecha capaz de desequilibrar, medir un centro o bajar a robar un balón. Alcácer a sus 21 años y con sólo tres temporadas en primera se hizo internacional, asegurando año tras año quince tantos y diez u once asistencias. Despreciamos con suma facilidad a tipos cumplidores 'por no ser cracks'.

El drama, evidentemente, no es que estos se hayan ido. Ni que no valoremos nunca nada (que igual ésto sí lo es), sino que todavía no llegó nadie que los haya mejorado. Siquiera que los iguale. Y con tanto dinero gastado es asunto grave.

Porque no sólo se acabó con todo el caudal ofensivo sin encontrar sustitutos en la fabricación de los goles, sino que además se perdió toda columna vertebral, la que mantuvo al equipo arriba tiempo atrás. Dicho así, puede parecer poca cosa, pero vamos con ejemplos gráficos: En Sevilla, el Valencia saltó con un XI con cuatro jugadores que estaban viviendo sus primeros meses en el club, acompañados de tres que iniciaban su segundo curso. Ante el Málaga la cosa fue peor, se alinearon a cinco jugadores llegados en verano, acompañados por tres que lo hicieron doce meses antes. Una constante desde agosto.

Los dos que podrían ejercer de guía viven una situación peculiar. Parejo lleva tiempo queriéndose marchar harto de ser insultado por el entorno; y Alves está en la lista de transferibles desde hace meses. Ambos, siendo capitanes, fueron engañados y humillados por un Director Deportivo que no puede pisar el vestuario, ante el riesgo de que le vuelen la cabeza. Un panorama idílico no parece. Tampoco mejora la ensalada si añadimos la edad/bagaje de la plantilla, la cantidad de entrenadores que han ido pasando o la ausencia de patrón y mando en las altas instancias.

¿Dónde agarrarse? Con un trasiego de futbolistas a lo Paco Roig se perdieron los intangibles que configuran vestuarios. No hay nadie con peso específico ni ascendencia sobre el resto porque no quedan veteranos del murciélago. No hay grupo/s en la caseta que ejerza/n cierto liderazgo o lleve/n la voz cantante, ni imponga/n sus normas. La volatilidad dejó paso al individualismo puro y duro.

Sinceramente, en ocasiones pienso que si fuera jugador de este equipo me sentiría abandonado a mi suerte, sin ningún tipo de respaldo, ejemplo a seguir o consecuencias a temer; en tal tesitura pensaría más en exhibir palmito buscando huir de esta casa de locos, que en arrimar el hombro.

Ante esto, en lugar de buscar la pausa, exigimos revoluciones, más cambios de cromos, más inestabilidad. Tan triste como necesario, porque la situación requiere algún que otro rectificado ante la cantidad de errores cometidos. Y hacerlo sobre el riesgo asumido de tener un equipo sin poso ni continuidad de ningún tipo. Si al menos hubiera una metodología implantada durante décadas que saca y mete piezas clonadas en un engranaje sólido y bien definido, el riesgo se reduciría considerablemente, pero el Valencia, por desgracia, lleva demasiado tiempo jugando a la ruleta rusa.

Es incomprensible, analizando los datos, esperar pues rendimiento o apego alguno en un club donde un jugador, de media, apenas dura 2,2 años en nómina (lo peor es que ya llegan sabiendo esto); por los 4,3 que lo hacen en Vila-real; 3,8 en el Atlético; o casi cinco en Real Sociedad, Athletic o Barça (Datos del CIES).

Sólo cabe que se imponga el trellat de Prandelli sobre la inutilidad que combinan Suso y Meriton; ya que no hace falta gastar millonadas, simplemente encontrar oficio, una fisionomía diferente, veteranía y algún grado de liderazgo en jugadores honrados. Eso, y esperar un milagro que cambie las cosas. Cesare sigue estando sólo ante el peligro.

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