VALÈNCIA. Javi Calleja está de vuelta. Este domingo, será la primera vez que el exentrenador del Levante pise de nuevo el Ciutat menos de un año después de su destitución, el pasado mes de febrero. El actual preparador del Real Oviedo hizo las maletas de manera inesperada y argumentando, una vez supo que Felipe Miñambres prescindía de sus servicios, que la situación no era tan límite como para acometer el cambio en el banquillo. Era la sensación de aquel cuerpo técnico que, hoy, parte de él, entrena en el Tartiere.
Sin embargo, la realidad es que la sensación de hastío en Orriols de hace escasos meses -también con el director deportivo en el traje del entrenador- contrasta con la ilusión que ahora se respira en el coliseo granota, con Julián Calero al frente. Los resultados del actual Levante, de momento, no son demasiado distintos a aquellos que, en las primeras siete fechas de la primera temporada de inicio de Calleja al frente del nave blaugrana, firmó el madrileño. De hecho, sumó los mismos puntos (14) a estas alturas del campeonato. La única diferencia, quizá, radique en el baño de realidad del Espanyol en el Ciutat en septiembre de 2023.
Cómo recibirá el levantinismo a Calleja es, por ahora, una incógnita. A pesar del buen arranque del Levante de Calero, parecido al de Calleja el pasado curso, las sensaciones son radicalmente diferentes. El aura de mentalidad renovada, ausente con Calleja a los mandos, establece diferencias odiosas. Y, aún así, el Oviedo aterriza en Orriols, la casa del líder, con buenas sensaxciones. Los asturianos llegan a la cita tras vencer al Eibar en la última jornada y después de dos jornadas de titubeo en el mes de septiembre, donde el equipo carbayón encajó seis tantos en dos encuentros. Parece que tales dudas se han disipado, pero, paradójicamente, el choque de este domingo es clave para que Calleja confirme que ha cambiado la dinámica de sus pupilos.