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Kiat y Layhoon, son 1.000

15/12/2022 - 

VALÈNCIA. La junta general con la que los accionistas del Valencia simularon la discusión del club dejó una conclusión principal: la propiedad necesita reblandecer sus relaciones con el entorno cercano. No es porque forme parte de su modelo, es porque le conviene para poder tener estabilizada su propiedad.

Se les entiende bien a Layhoon y a Kiat Lim. Por lo que dicen (vienen a reparar el desaguisado de un ex presidente cuyo nombre ni recuerdan) y también por lo que no dicen (intentan ganar tiempo para que el entorno rebaje su umbral crítico y poder seguir especulando, antes del siguiente paso). 

Más que gobernadora civil y heredero, habría que entender a Layhoon y Kiat Lim como flamantes señuelos con los que desviar la atención. Si Murthy -elegido, respaldado, promocionado por la propiedad- vino a confrontar, como parte de un deseo por desubicar al Valencia de su localidad y bregarse en el conflicto, Kiat y Lay intervienen para excusar al dueño.

Pero se descubre pronto su incapacidad para cambiar el modelo cuando tan solo respaldan su discurso en intenciones. “Queremos lo que cualquier accionista: tener éxito, trofeos y jugar en Europa”, dijo Lim Junior, en sus prácticas en un club europeo. 

Porque el problema, más allá de fuegos artificiales, sigue siendo el modelo para el que ellos trabajan. Y en ese modelo el Valencia, en lugar de un fin en sí mismo, es un instrumento accesorio. 

Al grano: este mismo lunes se cumplían 1.000 días del Valencia sin Europa por primera vez en el siglo XXI. Debería importar poco cuáles son las intenciones y las promesas tiernas. Ese tiempo caducó. Ejecutiva e hijo en prácticas solo reproducen la regla ‘uno’ del modelo: la especulación requiere un permanente estado de promesa.

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