VALÈNCIA. Ignoro quién habrá sido el genio, qué científico loco del merchandising habrá creado al mostruo. Si ha sido alguien del departamento de marketing del club o de Puma, la marca que equipa al equipo. Lo cierto es que lo ha clavado. La camiseta es una alegoría estupenda de la decadencia del club desde que Meriton gobierna. Lleno de trapos, lleno de retales.
El club y la marca la defienden como concepto street style para la Generación Z dentro de la tendencia que llaman Bloke Core. Bueno... A mí me parece una creación de 'Modas Me Cago en la Elegancia', una expresión que utilizaba Di Stéfano para burlarse de algún futbolista que vestía 'raro' durante su etapa como técnico en Mestalla y que utilizo siempre que veo alguna camiseta que considero fea de cojones, como es el caso.
Pero más allá de si gusta más o menos, que para gustos colores, la camiseta es el fiel reflejo del club. Una entidad hecha jirones que aguantan los músculos de los aficionados junto a Rubén Baraja, su muchachada, y un puñado de empleados fieles en las oficinas y en Paterna. Son ellos los que recogen los pedazos que caen al suelo después de los mordiscos de los mastines de Meriton. Los mismos que luego los cosen al escudo para que el club no se desmiembre.
El club, como la camiseta, es un Frankenstein. Hecho de retales comprados de saldo en cualquier mercadillo callejero de los miércoles.
La edición es limitada, dicen. Pero el precio es otro abuso. 1.200 camisetas a 100 euros. ¿Será para sufragar fichajes en invierno? Son 120.000 euros. Igual llega para incorporar a algún delantero de Tercera RFEF. Hasta ahí hemos llegado.
El club se ha hecho tan pequeño.