VALÈNCIA. La crisis del Bayern en la Bundesliga, tras una serie de cuatro jornadas sin conocer la victoria que culminó con la derrota por 1-0 ante el modesto Augsburgo, arroja una serie de preguntas con la que se está confrontando tanto la cúpula del club alemán como muchos comentaristas.
En términos generales se puede decir que hay dos diagnósticos que no necesariamente se excluyen mutuamente sino que pueden verse de manera complementaria.
El primero apunta a una falta de intensidad en los últimos compromisos del torneo doméstico. El segundo diagnóstico, que podría llamarse el "efecto Lewandowski", apunta a que el equipo, pese a dominar los partidos, sufre por falte de efectividad tras la marcha al Barcelona del goleador polaco.
A favor del primer diagnóstico habla a que, en medio de la sequía en la Bundesliga, el Bayern ha ganado en la Liga de Campeones sus dos partidos.
El propio Thomas Müller admitió, antes del duelo contra el Barcelona, que inconscientemente puede haber una diferencia de intensidad entre partido y partido según la envergadura del rival. Ante rivales como el Inter o el Barcelona es posible que algunos jugadores saquen sus últimas fuerzas para un esprint más.
Tras la derrota contra el Augsburgo, el presidente del Consejo Directivo, Oliver Kahn, también avaló el diagnóstico de la falta de intensidad y dijo que tal vez lo que ocurría era una consecuencia indirecta de las goleadas logradas en los primeros partidos de la temporada.
En la Supercopa, el Bayern derrotó por 5-3 al Leipzig, en el primer partido de la Bundesliga por 1-6 al Eintracht Fráncfort. Luego siguieron victorias por 0-2 y 0-7 ante el Wolfsburgo y el Bochum.
"Al comienzo de la temporada todo parecía fácil. Tal vez algunos pensaron que se podían resolver los partidos de la Bundesliga a media marcha, pero ese no es el caso", dijo Kahn en una comparecencia.
Las ocasiones, según el análisis de Kahn, se están creando. Pero los goles han dejado de llegar. Para Kahn, ello se debe ante todo a "la falta de consecuencia en los últimos metros".
La observación de que lo que ha faltado es aprovechar las ocasiones que generan, sin embargo, puede servir para avalar el otro diagnóstico: el de la orfandad de Lewandowski.
El Bayern optó por no fichar un nueve puro una vez se concretó la marcha del polaco y apostó por una modificación del sistema.
El entrenador, Julian Nagelsmann, ha dicho que en ese decisión no hubo dogmatismo táctico. Si en el mercado hubiera habido un nueve accesible y que entrase en el esquema del Bayern seguramente, según Nagelsmann, lo hubieran fichado.
Pero ese jugador no existía y por ello se optó por un esquema con cuatro hombres que juegan entre la media punta y el área contraria intercambiando posiciones.
Al comienzo todo parecía funcionar. En la Liga de Campeones ha seguido funcionando. Del partido contra el Barcelona se le pueden criticar muchas cosas al Bayern pero no que no haya aprovechado sus ocasiones.
En los primeros partidos Sadio Mané, el fichaje estrella del Bayern, parecía que podía ser clave a la hora de desbaratar las defensas contrarias. Después su rendimiento ha tenido un bajón notable. Mané tampoco ha sido un factor importante en los partidos de Liga de Campeones.
Los equipos, en la Bundesliga, han optado, cuando juegan contra el Bayern, en tratar de evitar combinaciones por el centro para que el Bayern no llegue al área tocando. Se trata de desterrarlo a las bandas desde donde los centros no pueden buscar a un nueve inexistente.
Otra se basa en no dejar espacios en el medio campo y bloquear a Joshua Kimmich, para impedir que meta balones entre líneas. En la Liga de Campeones, rivales de la entidad del Inter y el Barcelona se concentran menos en defensa, intentan llevar la iniciativa y eso es algo que tiende a dar espacios.
Cuando los dieron, el Bayern los aprovechó. Tal vez la intensidad y la concentración en la Liga de Campeones sean mayores. Tal vez también la motivación en la Bundesliga haya bajado tras diez títulos consecutivos. O tal vez sencillamente falte Lewandowski.