VALÈNCIA. Los amantes de la astrología, entre los que no me encuentro, o los que ‘saben de todo’, que cada día hay más, utilizan de manera recurrente la ‘alineación de astros’ como el momento idóneo para que se produzcan ciertos acontecimientos que se acercan a lo imposible. Algo así como la ‘cuadratura del círculo’ para los que no sabemos de astros ni de estrellas. ¿Y qué es eso tan complicado y que pueda tener que ver con el Valencia? Podría tener que ver con la incuestionable dificultad que comporta llegar a alcanzar una plaza de Champions aunque sinceramente espero que una victoria esta tarde en Mendizorroza sirva para seguir allanando el pedregoso camino. Podía tener que ver con la dificultad de acertar con los necesarios refuerzos en un mercado invernal tan poco dado a las grandes revelaciones pero quiero aferrarme a un acto de Fe y espero que, a los ‘fichadores’, les ilumine la luz que no les acompañó en verano.
Pero no, el asunto es menos ‘futbolero’ y esta vez tiene que ver con uno de los proyectos más importantes para el Valencia CF y que lleva aparcado en doble fila en la Avenida de las Cortes hace ya demasiado tiempo. Y más que con él, con la premisa necesaria para que vuelva a arrancar porque creo que todos tenemos muy claro que no veremos ver reanudarse las obras del nuevo estadio hasta que no se venda el solar donde se asienta el viejo Mestalla. Esa parcela por la que se llegó a vaticinar una venta cercana a los quinientos millones de euros envueltos en los ‘sueños húmedos’ de la burbuja inmobiliaria, que más tarde se utilizaría para mentir a todo el valencianismo asegurando que YA estaba vendida y de la que todos los sucesivos mandatarios se han llenado la boca a base de evocadores dibujitos de futuro pero a la que nadie acaba de ‘meter mano’ de forma seria y eficaz. Creo que no conviene banalizar un asunto tan importante porque , siendo como es complicadísima una venta satisfactoria, sigue constituyendo uno de los hitos fundamentales para la viabilidad futura del Valencia CF y para poner fin a a ignominia que supone la imagen que proyecta del Valencia y de la propia ciudad esa mole inacabada y ruinosa.
Y creo que es extremadamente difícil la operación por varios motivos. Uno de ellos es el precio de venta: la edificabilidad posible -consultados expertos en ‘el asunto’- no permiten soñar con un precio que se vaya mucho más allá de los noventa o cien millones. Dicen los que saben de esto que una valoración mayor elevaría de tal manera el precio de las viviendas que allí se terminen construyendo que las colocarían prácticamente fuera del mercado. Otra cuestión que complica más la cosa tiene que ver con la ocupación actual del solar y el margen de tiempo en el que el posible comprador tardaría en tomar posesión real del suelo para construir: quien compre tendrá que esperar a que el Valencia termine de construir su nueva casa y se marche. Cualquier retraso o contratiempo sería altamente gravoso para el nuevo propietario que, además, se vería en el amargo trago de promover al desahucio con la negativa repercusión social que ello implicaría en caso de que el Valencia no cumpliese con el calendario de desalojo. Además y para complicar mayormente el asunto, cabe recordar que el actual estadio valencianista no está libre de cargas porque sobre él pesa alguna que otra hipoteca bancaria puesto que fue, en su día, utilizado como garantía de pago para conseguir la financiación necesaria. Cierto es que el hecho de que se haya involucrado en la posible venta una consultora prestigiosa como Deloitte debe responder a que ven la operación posible, de no ser así sólo se entendería si la venta del solar acabase estando vinculada a una operación de mayor envergadura como la venta del propio Club y eso es algo que, a día de hoy, niegan todos los ‘presuntos implicados’.
El último ‘movimiento’ al respecto que hemos conocido ha sido publicado en LAS PROVINCIAS esta misma semana y nos habla de la ampliación del plazo para recibir ofertas. No queda muy claro si se trata de pormenorizar en el estudio de las mismas o por la escasez de ellas pero , llegados a este punto, nunca está de más recordar un pasado reciente y más concretamente a las palabras del prócer valencianista D.Aurelio Martínez que, en el fragor de una Asamblea Popular en Mestalla, aseguró en la primavera de 2014 que uno de los compromisos que Meriton asumía con la compra del Club suponía la compra por parte de Peter Lim del propio solar al precio de 150 millones si no se había vendido en dos años. Aunque también contó aquella tarde que, transcurridos cuatro años de la llegada de Meriton a la vida del valencianismo, la deuda del Club NO pasaría de los 28 millones.
Total. Que siguen pasando los años, sobre Mestalla sigue pesando una sentencia del Tribunal Supremo para la demolición de una de las gradas y en la Avenida de las Cortes no se mueve un ladrillo. Entre unos y otros... la casa por barrer.