VALÈNCIA. Mucho se ha hablado de la escasa prestación defensiva del Llevant del Paco López. De su debilidad. Unos las achacan a la falta de jugadores de garantías en posiciones clave; otros a la filosofía de este Llevant, que deja expuesta la retaguardia. En mi opinión los centrales levantinos, excepto Vezo, están al límite para jugar en Primera. Y algo similar sucede con los laterales, donde sí dan el nivel Clerc y Son, con margen de mejora. Con mejores peones en la zaga la apuesta ofensiva granota no se vería tan penalizada. El Eibar es un rival propicio para que esos zagueros “al límite” se reivindiquen y Postigo y Duarte ofrezcan su mejor versión; para intentar atajar en origen los centros laterales, previsibles más allá del balón parado. Una de las claves del partido estará aquí.
MORALES. Con su renovación en el aire, se las verá con el equipo en que se fraguó como futbolista de élite, del que formó parte para conseguir el hito del ascenso eibarrés. El Comandante siempre se mostró agradecido al club armero. A las órdenes de Gaizka Garitano adquirió el plus que le faltaba para dar el salto a la élite, convertirse en el Messi de los pobres y hacer historia, con sus golazos, como el líder espiritual de un Llevant de Primera. El levantinismo idolatrará siempre a su capitán, pero los clubes de fútbol son empresas y Morales, a sus 33 años, debe aceptar que se aleja poco a poco, irremediablemente, de su mejor versión. Si quiere acabar su carrera en Orriols y seguir vinculado al club, debe ajustar sus pretensiones a sus prestaciones. En mi opinión, si no lo hace se arrepentirá. En ningún sitio recibirá el cariño que se le profesa aquí. Está en juego su continuidad, pero también convertirse en una leyenda de nuestra historia al nivel de los más grandes.
EL IMPOPULAR ROCHINA. A quien no se le tiene tanto afecto es a Rochina, también con la renovación estancada. Con sus limitaciones físicas (y algunos gestos impopulares), sin embargo, ha ofrecido un rendimiento más que óptimo y es, con Bardhi, quien posee más recursos para armar el ataque blaugrana. Rochina ya no es un chaval (29 años) pero López ha sabido gestionar su talento y, con la madurez en la proa, el saguntino podría mejorar aún sus prestaciones. Prescindir de él sería tan grave como no ofrecerle un contrato con variables que premien su rendimiento.
EL RETORNO DE VUKCEVIC. Vuelve a la convocatoria, tras su lesión, tal vez para jugar sólo unos minutos. En su ausencia Radoja ha crecido, pero nadie en el equipo es capaz de asumir el papel de metrónomo como el montenegrino. Su reincorporación al once se antoja esencial para el equilibrio levantino en las transiciones ataque-defensa y también para él, ya que es un futbolista que necesita continuidad para explotar todas sus virtudes.