VALÈNCIA. En esta columna diría que se ha nombrado un par de veces al fondo Elliott. No por una fijación pasajera sino porque simbolizan bien una de las dinámicas más salvajes de este momento para la industria del fútbol: fondos americanos entrando por oleadas en la soberanía histórica de los clubes europeos.
Apenas ha sucedido en España, entre otras cosas porque esos mismos fondos todavía despuntan en el país mientras que en otras plazas, como Inglaterra, tienen un largo historial. Influye, además, la velocidad impar de la Liga, con sociedades anónimas a un lado y clubes deportivos por otra vía.
Pero si en el contexto español hay un club proclive a protagonizar un cambio que ya es hábito en muchos otros destinos, ese es el Valencia. Si hubiera que apostar a quién le vendería Lim el club, la apuesta más solvente sería ondear la bandera from USA. No por capricho de la oferta, sino por variedad en la demanda.
Arsenal, Manchester United, Liverpool, Chelsea, West Ham, Crystal Palace, Aston Villa, Leeds United, Milan, Roma, Florentina, Atalanta, Genoa, Tolouse u Olympique de Marsella cuentan con capital sustancial norteamericano. Es solo una lista en ciernes. Según Forbes, en cifras del último verano, el valor de los clubes controlados por capital estadounidense supera ya los 19.000 millones.
La entrega progresiva de la soberanía local, el fin de la relación simbiótica club-ciudad, ha abierto las puertas de par en par a los fondos. La industria del fútbol europeo creyó poder vivir en una competición financiera, ajena a la regulación accionarial, bajo la máxima de que eso reportaría más dinero para todos. La consecuencia, aquí: el continente ha perdido el control. Si se juega en términos financieros, los grandes tiburones de la financiarización son los que se acaban imponiendo.
Los fondos especulativos, expertos en estos lances, han entrado ya al grito de ‘quítate que esto es mío’. Ocho de las diez mayores gestoras del mundo tienen origen en Estados Unidos, acumulan más poder que nunca y han encontrado en el fútbol europeo activos baratos que permiten acceso directo a las salas de mandos de los territorios. Muchos de ellos arrastran inmunodeficiencias y se venden sin exigir demasiado. Le ocurrió al Valencia en la fase uno del modelo y le sigue sucediendo en la fase dos.
Si el propio Elliott, en un juego de pantallas con el chino Yonghong Li -operación investigada por la fiscalía milanesa-, rompió con la ancestral relación entre la élite berlusconiana y el Milan inaugurando la ‘fase uno’ del manual de los clubes desubicados, su venta este verano a otro fondo americano, RedBird, estrenó la ‘fase dos’. La apertura del Manchester United a la venta, ha intensificado el mambo.
El Valencia, siempre a la vanguardia de la experimentación en España, tiene todas las papeletas para continuar con el baile.