VALÈNCIA. Por piruetas del calendario, Rubiales tendrá que presidir la final de ‘los otros’ apenas unos días después de la constatación de una sospecha macerada
durante años. La final de ‘los otros’ resultará una lata, un fracaso: un pasatiempos del que poder extraer poco negocio. Una oportunidad perdida. En mitad de la agenda expansionista del ente público, un obstáculo que impide acumular más: más ego, más influencia, más dinero. Hasta ahora creíamos (quien lo creyese) que una federación bajo la administración pública estaba para velar por la equidad de quienes disputan sus competiciones o se atienden a sus reglamentos. Ahora ya sabemos que no: conocemos con audios y señales que su fin principal es el de facturar cuanto más mejor, por el bien del fútbol español, pero sobre todo por el bien del ensanchamiento en las comisiones de su presidente.
“Hostia, tío, se paga ocho al Madrid, ocho al Barça… A los otros se les paga… a dos y uno…”, mostró didáctico Piqué a Rubiales, sin ni tan siquiera entender que no es normal ni ético ni legal que la aspirante a contratista comisione por organizar la contratación del contratante, creando una desigualdad manifiesta con el resto de aspirantes.
La final de ‘los otros’ no enfrenta a clubes pequeños ni tan siquiera medios. Son de los clubes más potentes del país por masa social, pujanza histórica y presencia regular en las competiciones. En cambio, en mitad de esta corte de viciados al negocio mayor, Valencia y Betis resultan esas medianías que deben conformarse con las migas que dejan los clubes alfa. Realmente daría igual que fueran dos equipos descastados: son los méritos deportivos los que obligan a marcar las recompensas.
Nos hemos acomodado al relato de que Madrid y Barça merecen más por el simple hecho de su peso hercúleo. Y de tanto acostumbrarnos a ese relato, terminamos dando por bueno que las competiciones -insisto, sujetas a la gestión pública y los impuestos de los ciudadanos- se transformen en un negocio privativo para mayor gloria de contratantes y contratistas.
Rubiales cobra más si el Barça acaba 2º en la Liga. Cobra más si el Madrid y el Barça juegan la Supercopa. Cobra menos si son ‘los otros’ los clubs los que mueven mínimamente el status de los dos gigantes. No solo es un sistema que favorece a los alfa, sino que comisiona porque a los alfa les vaya bien.
La final de ‘los otros’ será la justificación con la que trate de explicarse que clubes como Valencia y Betis puedan competir libremente por los torneos. Pero no es más que el cuarto trasero de una competición que por no poder deslocalizarse no genera el negocio suficiente como para acotarla.
‘Los otros’ van a buscar una nueva Copa del Rey a pesar del sistema que debía velar también por ellos. En el caso del Valencia, lo hará en contra de más cosas. Ganarla hará que el trofeo todavía tenga más peso.