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VALÈNCIA. "Hemos probado prácticamente de casi todo. Hemos puesto defensa de cinco, hemos reforzado el medio campo con tres hombres..." dijo Bordalás a la finalización del partido ante el Barça. Carlos Soler añadió: "Recibir tres goles en la primera parte, y ha podido caer alguno más significa que debemos mejorar mucho la faceta defensiva. Pero la faceta defensiva no significa los defensas, es todo el equipo". Dos declaraciones encaminadas a poner el acento en una evidencia, la faceta defensiva del Valencia CF es su gran talón de Aquiles.
Para intentar mejorar las cifras de la temporada pasada, Bordalás optó por inventarse un nuevo doble pivote. El binomio Racic-Soler en el que basó su equipo Javi Gracia (tras unos meses en los que el club se deshizo de Coquelin y Kondogbia), demostró una evidente inconsistencia la temporada anterior ante la falta de roles definidos y dado que ninguno de los jugadores era un medio centro defensivo al uso.
Tras insistir todo el verano en la contratación (no atendida por la propiedad) de Arambarri, Bordalás llegó al comienzo de la temporada ideando el reciclaje de un lateral derecho como Wass (aunque muy habituado a jugar en la zona ancha) y un central con buen trato de pelota como Hugo Guillamón.
El parche funcionó a medias, y es por eso que el entrenador alicantino pidió un "6" (junto a un central de rendimiento inmediato) como prioridad en el mercado de invierno. Tras la ventana de fichajes de enero el entrenador se encontró con que no sólo no vino ningún medio centro posicional, sino que además le traspasaron a uno de los dos futbolistas sobre los que sustentaba la zona ancha: Daniel Wass. "Era un prioridad el mediocentro. Hablamos de Ilaix como un 8 o un 10. Ha salido Daniel y no hemos cubierto esa posición. Es la realidad. Yo trasladé las necesidades que consideraba".
Su queja no era excesiva dado que los números del equipo, lejos de mejorar las prestaciones defensivas del equipo, la realidad es que han empeorado. En la liga el equipo encaja una media mayor de goles desde la marcha de Wass y sin un medio centro posicional que haya cubierto el hueco que dejó el danés. Durante la primera vuelta y el comienzo de la segunda la pareja Wass-Guillamón jugó un total de 16 partidos de liga en los que encajo el equipo 26 goles. Por tanto, la media de dianas recibidas por partido era de 1´6.
Tras la desaparición del danés y con los diferentes intentos de Bordalás de armar el medio del campo sin un centrocampista de corte defensivo, el Valencia ha disputado 5 encuentros y ha encajado 10 goles. Por tanto el cálculo es bien sencillo la media ha pasado de los 1´6 de la primera vuelta y comienzos de la segunda (el partido del Bernabeu fue el último jugado por la pareja Wass-Guillamón) a los dos goles de media encajados por encuentro.
A bien seguro que Bordalás seguirá trabajando en soluciones para buscar un equilibrio que sigue sin aparecer en su escuadra. Y eso, para un técnico que siempre ha imprimido un sello de disciplina en sus equipos está pasando de ser una pesadilla a convertirse en una obsesión.