OPINIÓN

La letra con sangre no entra

8/07/2019 - 

Toni Lato se ha marchado cedido al PSV. El lateral renovó su contrato con el Valencia CF hasta junio de 2023 y puso rumbo a Holanda. Allí estaban ilusionados con su llegada y tuvo un recibimiento estelar. Es lo mejor que le podía pasar. Para seguir creciendo, progresando, no había otra opción que marcharse. El de La Pobla ha perdido un año en Mestalla. Aunque debutó en la temporada 2016-2017, no ha llegado a disputar ni 30 partidos en Primera. Con 21 años, su carrera había frenado en seco. Lato estaba varado. Este año, su inactividad le ha impedido ser campeón de Europa Sub 21 junto a su amigo Carlos Soler. No es que la sombra de Gayà fuera muy alargada, que también, sino que Lato no contaba para Marcelino. Así de simple. Cederlo ha sido una decisión de club. Por el entrenador, se le habría dado boleto.

Marcelino no es un entrenador amigo de los jóvenes. Es una tortura para ellos. El entrenador piensa que para llegar a hacerse un hueco entre los mayores hay que sufrir de lo lindo y les enseña el látigo. Lo han sufrido Lato, Ferran Torres o Calos Soler, entre otros, esta temporada. De Kang In Lee ni hablamos. Los jugadores se han escuchado más de un grito durante el entrenamiento mientras otros, por status, lo tenían todo permitido.  Los chavales han estado al borde del desquicio. De la desesperación. Solo la fuerte voluntad de llegar les ha permitido mantenerse firmes como una roca. Ese tesón, esa constancia, esa fortaleza mental de Carlos Soler, por ejemplo, le llevó a no desesperar pese a que Marcelino le dejaba fuera del once titular cada partido importante hasta hacer cambiar de opinión al técnico y jugar de inicio contra el Barça en la final de la Copa del Rey. 

La vehemencia (por llamarla de alguna manera) de Marcelino con los más jóvenes va muy en la línea de otros entrenadores del Valencia CF como Víctor Espárrago o Héctor Cúper. Estos técnicos sacaban la vara con los jóvenes que llegaban nuevos al vestuario del primer equipo y los chavales pasaban las de Caín.

Claudio Ranieri, por ejemplo, era todo lo contrario. Al italiano le gustaba la juventud. Sabía sacarles partido a los que llegaban de cantera. Era un motivador puro. Ranieri tenía algo de educador en sus venas. Era como un profesor para muchos de los futbolistas que, como Mendieta, Angulo, Farinós o Juanfran, por ejemplo, llegaron a creer en si mismos y en sus propias posibilidades para ganar títulos y hacerse un nombre en el panorama futbolístico europeo. Me gusta más esta forma de trabajar con los chavales. Creo que la letra con sangre NO entra. Quien trabaja con nanos lo sabe. Hay muchos compañeros de profesión que alternan el periodismo con el banquillo de equipos infantiles y me cuentan que entrenar a los más pequeños es una delicia. Trabajar con  gente joven te revitaliza por dentro. Ahora Marcelino tendrá en su plantilla a Salva Ruiz. El de Albal regresa a Mestalla con una ilusión loca por convencer. Está ante la oportunidad de su vida. Ha sufrido mucho y se la ha ganado. Cuídalo Marcelinio. El chaval se lo merece.  

Netflix tiene un filón en Mestalla: Las series de televisión están de moda. Forman parte de nuestras vidas. Han venido para quedarse. ¿Pan y circo?. No, pan y series. HBO estrena “El Pionero”, basada en la vida de Jesús Gil. Su historia no se puede entender sin su aparición en la escena pública gracias a la presidencia del Atlético de Madrid. No hay mayor altavoz global que el fútbol. Sin el Atlético, a Gil no lo habría conocido nadie. Por muchas casas que hiciera. Si HBO se viste de rojiblanco, lanzo el guante desde aquí a NETFLIX para que apueste por el Valencia CF. Ahora se cumplen diez años del caso Dalport. No hay mejor argumento que aquella torticera historia  con Víctor Vicente Bravo como protagonista y su posterior continuación con el fallido intento de secuestro de Juan Soler a Vicente Soriano. Ahí lo dejo.

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