VALÈNCIA. La misma historia. Es la sensación que desprende el Valencia una temporada más. Es cierto que ha habido un cambio radical en el estilo de juego con la llegada de Gattuso, pero los puntos y la forma en la que se va escapando el tren de Europa antes de acabar la primera vuelta resulta familiar.
Uno de los problemas está en la autoexigencia. No me entra en la cabeza que el objetivo de volver a Europa no sea una obligación para el entrenador en un club como el Valencia CF. Conozco los recortes de presupuesto, limitaciones económicas y la dificultad que entraña reengancharse tras tres temporadas empeorando la plantilla. El contexto es complicado, pero la camiseta pesa y debe hacerlo bajo un reto acorde a la responsabilidad que entraña una entidad con la masa social del Valencia CF.
Aún así, no puede ser tan barato entrenar al Valencia CF con el objetivo de alcanzar los 40 puntos o transitar por la zona tranquila de la clasificación. No puede ser. El Valencia debe tener la obligación de pelear por jugar competición europea y tiene que ser una línea roja a la hora de firmar un entrenador. No puede ser que Gattuso confirme que en el club nadie le habló sobre la obligación de volver a Europa.
No voy a entrar en la polémica sobre la revalorización de jugadores. Al final, esa palabra que en italiano se dice "rivalutare" -por lo del idioma- no la dijo nadie del entorno, fue el propio Gattuso. Dicho esto, el Valencia parece tener otro aire, pero la realidad deportiva es calcada a la de las últimas temporadas. ¿Cuál es? Pues hacer la cuenta de la lechera para que no termine de escaparse la séptima plaza, siempre mirándola desde una distancia entre 3 o 6 puntos. Preocupante.