VALÈNCIA. (EFE).- El marchador alicantino Luis Manuel Corchete conseguía el pasado domingo en Sevilla la mínima olímpica en los 50 kilómetros, el mayor éxito de su carrera profesional a los 36 años, algo que no esperaba y que reconoció que ha estado provocado por la transformación que vivió durante el confinamiento de la pandemia.
Corchete no ha estado nunca en unos Juegos. Ni en unos Mundiales. Ni siquiera en unos Europeos. Sus grandes conquistas habían sido participar en la Copa del Mundo y en la Copa de Europa de su disciplina. Porque el marchador que brilló de sub 20 y sub 23, que logró acabar entre los diez mejores en un Mundial júnior (Kingston 2002) y en un Europeo júnior (Tampere 2003), no terminaba de cristalizar como absoluto.
Y así, sin pena ni gloria, llegó al campeonato de España de 2020 que se disputaba en Torrevieja y se preparó para coronarse en su tierra. Pero no pasó del quinto puesto. Ese resultado fue tan agrio que se rindió y a sus 35 años creía que ya no podía dar más de sí.
"Para mí, e igual está mal que lo diga, el confinamiento ha sido una oportunidad. La maldita pandemia, que tanto dolor ha causado, a mí me ha venido bien. Me compré una cinta de correr y empecé a cuidarme como nunca. Vi que se iban a posponer los Juegos y que eso era una nueva oportunidad para mí", explicó en declaraciones facilitadas por la Federación de Atletismo de la Comunidad Valenciana.
Corchete dejó de lado la organización de eventos y comenzó a dormir, entrenar y comer de forma espartana. Su mujer, la exgimnasta Jennifer Colino, le acompañaba en la rutina de ejercicios de la mañana. Cuando salió, ya era otro. En julio, se fue a la pista de Cieza, en Murcia, e hizo unos tests con José Antonio Carrillo, su entrenador y uno de los grandes gurús de la marcha en España. Los resultados fueron los mejores de su vida.
"Batí mis marcas personales. Entonces decidí descansar en verano, aunque cuidándome igual: acostándome temprano, alimentándome bien, sin hacer tonterías… Y se me ocurrió hacer el Autonómico en Valencia para optar a una beca. Solo había hecho descanso activo y me metí veinte ‘pelados’ en el 5.000. Entonces le dije a Carrillo que iba a ir al Absoluto, y cogí una medalla (fue bronce en el 10.000). Y después, al Federaciones (fue segundo en el 5.000 tras Álvaro Martín)… Luego todo fue rodado", relató.
Esos resultados, su nueva vida, le estimularon de tal forma que en otoño empezó a entrenar muy motivado en Sierra Nevada. Luego se fue a Tenerife. "Aposté fuerte por mi preparación. Todo a mi cargo, pagándomelo yo de mi bolsillo”.
El pasado fin de semana participó en el campeonato de España sin saber cuál era la mínima para Tokio: bajar de las tres horas y 50 minutos. Pero estaba marchando tan bien que en un avituallamiento en el kilómetro 45 , su mujer y su amigo José Fernández le dijeron que la tenía a tiro, que fuera a por ella.
"Había entrenador mejor que nunca y confiaba en poder clasificarme para la Copa de Europa, pero lo de los Juegos ni me lo planteaba. A partir del kilómetro 35 o 40, donde está nuestro muro, me vi con más fuerza que en otras ocasiones y decidí seguir con el ritmo. Y en el 45 mi mujer me dijo que podía hacer la mínima. Lo hice por los dos. La escuche y ya acabé en volandas", recordó.
Y la logró. Corchete, atleta del Atletismo Torrevieja, el club de su pueblo, cruzó la meta como subcampeón de España con un tiempo de 3h49:19. Un registro que, además, rebaja su marca personal y en más de diez minutos.