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/ OPINIÓN

La polarización del Valencia CF

6/04/2022 - 

VALÈNCIA. Vaya semanita hemos pasado con el tema de las entradas ¿eh? Menudo jaleo. De web, de reparto, de información… una vez superado todo esto, creo que ya tocaría empezar a pensar en que en menos de veinte días podemos ganar la novena Copa del Rey, que se dice pronto.

El reparto de entradas no va a cambiar, ni la decisión que ha tomado el club con ellas tampoco, con lo que nos queda el derecho a enfado, protesta y pataleta pertinente. El club reparte más entradas a abonados que en 2019, es cierto, aunque me siguen pareciendo pocas tras haber suprimido las más de 3000 de los peñistas. A eso hay que añadirle que la información por parte del Valencia CF no ha sido buena y la plataforma de criterios muy mejorable. Podían haberlo comunicado todo antes y con más detalle. Pero todo eso quedará en un segundo lugar si conseguimos ganar la Copa del Rey.

Pero no os voy a marear con el tema de las entradas, que suficiente hemos dado la turra ya, sino con una sensación que tengo de un tiempo a esta parte y que no me gusta: Cada vez estoy más desencantado con esto de ser periodista en Valencia. Y no digo deportivo porque de deporte –fútbol en este caso- ya casi ni hablamos.

Os soy totalmente sincero y la gente de mi entorno lo sabe. Es una reflexión que viene no por cubrir la información del Valencia CF, que me apasiona y es lo más bonito que te puede pasar, sino por estar en medio de guerras absurdas que no llevan a ningún sitio y en las que, además, te obligan a posicionarte sea cual sea el bando en cuestión o el tema que se trata. ¿No puede uno criticar lo que esté mal y aplaudir lo que esté bien venga de donde venga? En esta ciudad no.

Y da igual que seas periodista, aficionado, exfutbolista o peñista, siempre hay que posicionarse, mojarse o elegir trinchera. Y si no lo haces ya lo eligen otros por ti. ¿Por qué no normalizamos cambiar de opinión? ¿Por qué está tan mal visto tener variedad de opiniones? ¿Por qué siempre hay que etiquetar?

Esto viene por la polarización de la sociedad que, tal y como explica el escritor holandés Bart Brandsma en su libro Polarización, se basa en la teorización del pensamiento del “nosotros somos así y ellos no”. “A partir ahí, de esa diferenciación, se crea una desigualdad tal, que hace crecer los extremos haciendo desaparecer casi por completo los niveles intermedios, intentando conseguir mediante procesos de persuasión o adoctrinamiento ganar adeptos a una causa. Algo que, casi siempre, deriva en un conflicto de algo heredado o no resuelto.” explica Brandsma. Parece que esté describiendo a Twitter Valencia .

Esto es algo que viene acrecentado y magnificado con las redes sociales, que han contribuido a que en Valencia tengamos un caldo de cultivo más tóxico que otra cosa. Donde hay más bots y fakes que ciudadanos censados en la Comunitat; o donde se sacan de contexto muchas cosas con el objetivo de intentar hacer daño al personal. La afición del Valencia CF que yo me encuentro en Mestalla, por la calle o cuando viajo no se parece en nada a esa gente y twitter no es un reflejo fiel de la realidad en ningún caso.

Se construyen relatos para ganar adeptos a una causa u otra, donde el enemigo del enemigo es mi amigo y donde se crean alianzas temporales para justificar e intensificar el acoso y derribo sobre una idea, persona o grupo. Intereses y vendettas que lejos de solucionarse, acaban heredando de unos a otros.

Y es que llega una final de Copa y apenas hemos podido hablar de ella con la ilusión que toca o merece. Nunca es buen momento porque siempre hay algún jaleo que contar o algo sobre lo que replicar. Pero coincidiréis conmigo en que todos nos perdemos en discursos populistas que no llevan a ningún sitio y, a veces, dejamos de lado a un equipo y una plantilla que nos necesita. Percibo que hay mucha gente quiere saber cosas de los jugadores, de las entradas, de organizar el viaje, de la Fan Zone, de pantallas gigantes, de fiesta previa… y nos enredamos en desacreditarnos unos a otros solo por intentar tener razón obviando a mucha gente que no quiere ni le interesan las guerras personales -como pasó en la venta-. El fin no justifica los medios, y los medios no podemos justificarlo todo con un fin.

Mirad, los periodistas tenemos que hacer mejor las cosas –yo el primero-. El problema es que no todos ni todas piensan así, y eso empobrece nuestra labor al servicio de la sociedad. A veces llego a creer que soy yo el que está equivocado, que debería ser más guerrero, peleón, faltón o activo en global pero ya no me sale. Y no consigo serlo desde hace mucho tiempo por un motivo: ¿Que otros lo hagan mal hace que tenga que hacerlo yo mal también? No lo veo así o, al menos, no entiendo el periodismo –ni la vida- de esa manera. Entiendo el debate, la discusión y la posición enfrentada desde un discurso respetuoso, unas ideas argumentadas o hechos demostrables, todo lo demás es ruido. La venta dejó muchas secuelas, heridas y procesos de cambio en muchas personas. Algunas para bien, otras para mal y otras aún no lo han experimentado.

Hoy no he sido tan divertido, ni he contado ninguna anécdota de la plantilla, pero después de unos días de viaje fuera de la terreta, uno se da cuenta de que nos unen más cosas que las que nos separan. Y ahora mismo nos une un equipo en la final de la Copa del Rey que te necesita, me necesita y nos necesita más que nunca. ¡A por la novena!

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