¿Qué se juega el Valencia en la elección del entrenador? Muchas cosas, pero lo básico es el mensaje que lanzará con ello: Seguir igual, o dar un verdadero giro a una década de mediocridad y banquillos regalados...
VALENCIA. ¿Qué se juega el Valencia en la elección del entrenador? Muchas cosas, pero lo básico es el mensaje que lanzará con ello: Seguir igual, o dar un verdadero giro a una década de mediocridad y banquillos regalados. El hándicap vive en su actual situación, porque es posible que no pueda contratar a quien quiera, sino a quien pueda.
Es el precio a pagar por una interminable lista de errores, que no va sólo en tomarse a chufla un puesto estratégico como el del míster, también en pifiarla en todo lo demás. Porque el hundimiento de la entidad es una historia de desatinos en cadena. Se falló en los fichajes millonarios, en los gregarios, en los dirigentes y hasta en los tiempos.
No caben más técnicos abducidos por un tikitakismo mal entendido, tan verdes e inmaduros como los propios futbolistas. Sin ascendencia de ninguna clase sobre ellos. Ni primar en su elección la maleabilidad de éstos por encima de su capacidad para hacerte crecer y mejorar.
Fue una historia de errores en cadena, claro, pero también una de traiciones. Ésta fue una entidad que se traicionó abonándose a falsas modas y tendencias engañosas que acabaron sepultando su propia identidad. Pasas de Angulo a Munir... ¿Y pretendes ganar con eso?
Nos invadieron de forma silenciosa jugadores de taconcitos, regatitos, filigranas... tipos blanditos e incapaces en escenarios exigentes. Devorados en cuanto las piernas se imponen o achantados en cuanto el ambiente se ensucia. De físico insulso. De intensidad nula; tan necesaria para mantenerse arriba y decantar partidos a tu favor.
Mentalmente poco o nada preparados para cumplir con aquello que reclama la camiseta. Llegan faltos de carácter ganador y personalidad, sin ambiciones. Configurándose una y otra vez vestuarios sin alicientes ni liderazgo. Son chicos cortados todos por el mismo patrón; confunden un highlight con competir acostumbrados a que les baste con hacer un partido bueno de cinco. Estupendos para youtube, sin duda, e incluso para el Vila-real, pero inservibles para ganar. Inútiles, por antagonistas, para el Valencia.
Caímos en la trampa del futbolista bonito sin preguntar si además era bueno por pensar únicamente en el beneficio económico que se podría sacar, ignorando su encaje deportivo, inhibiéndose en su crecimiento porque no se pensaba en aprovecharlo; descuidando la coherencia a la hora de confeccionar una plantilla y todos los conceptos de construcción de un proyecto serio. Fue muerte por sobredosis. Ya que lejos de suponer estos perfiles la guinda o el complemento ideal a un grupo bien armado y pertrechado acabaron siendo la contratación tipo, a granel, de cada verano.
Por eso el modelo Zaza debe marcar un nuevo camino. El italiano es todo lo que queremos que sea el Valencia del mañana. Es superación, es trabajo en equipo, es el nosotros antes que el yo. Es personalidad, atrevimiento y ambición. Es intentarlo sin descanso una y otra vez. Es aquello que fue el Valencia en el pasado.
Si todo cambió para que nada cambie, o si estamos ante un verdadero viraje, se verá en los calores. Ahí, en decisiones que mesurarán la autonomía real de muchas parcelas, sabremos si este club cae irremediablemente en la mediocridad de un fútbol que se lo está comiendo con patatas, o si por el contrario decide rebelarse contra el papel de pieza de museo al que parece estar condenado.