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La tecla del conformismo

5/04/2023 - 

VALÈNCIA. Que el Levante es un equipo conformista es una realidad palmaria y así la intentó trasladar públicamente Javi Calleja tras la decepción del otro día. Supongo -de lo contrario, sería un disparate- que el técnico ya ha hecho varias veces y desde hace tiempo de puertas hacia dentro la sesuda reflexión del viernes noche sobre el gusto de los suyos por pensar que los partidos acaban con el 1-0. Vi a Calleja justo, duro y categórico en sus declaraciones, pero sin explicaciones más allá de la constatación de que no estamos locos. Lo que pasó ante el Zaragoza ha ocurrido en muchos otros encuentros del Levante esta temporada, por más que no en todos el desastre haya acabado por tirar una victoria al contenedor de la basura. El ejemplo más cercano es el de Santander: desde que Montiel se las ingenia para poner la delantera al cuarto de ahora, hasta el final de otra tarde sufrida, la sensación de que el equipo no aprieta es agobiante. 

Se me ocurren, a bote pronto: Racing, Andorra y Burgos en casa, Sporting a domicilio... Partidos en los que el Levante ha mandado, ha marcado y ha bajado el pistón. En unos salió cara, en otros, cruz. Y mientras tanto, 15 empates en la tabla, solo uno menos que el decimoprimero de la categoría, que han restado 30 puntos a un equipo con aspiraciones de ascenso directo. Y, oiga, claro que se puede empatar sin dramatizar, pero ni tanto como este Levante ni tan mal como el del viernes. Un club que quiere pelear por las dos cabeceras, primero, no puede conformarse con resultados límite por defecto y, segundo, en caso de hacerlo, no puede permitirse caer en un chasquido de dedos. Fue como un truco de magia: Orriols vio al Levante -conformista, pero visible- en sesenta minutos... y dejó de verlo desde que Campaña, fruto del conformismo sistemático, dejó hacer a Sergio Bermejo para el empate. 

Y después el madrileño tenía que colocarla en la escuadra, es cierto. Pero, primero, el sevillano cesa en la presión como el que da la jugada por concluida antes de tiempo. Para mí, no fue una cuestión de actitud del propio Campaña aunque pecara de indolente. De hecho, tampoco me parece un asunto de actitud general de un vestuario que, si en algo no le he visto variar este curso, es en voluntad y deseo -quede fuera de concurso la pelada de cable de Saracchi-. Me parece todo más grave todavía: un problema endémico de postura. Esa es la tecla que debe tocar Calleja. Uno de esos males que cuestan horrores revertir porque tienen que ver con el coco, con el querer y no poder, incluso con el miedo a perder... Y eso no se entrena. Me atrevería incluso a adivinar que está ligado a la confianza de un equipo que encadena dos meses siendo un preocupante 'sí, pero'. Y el 'pero' siempre pesa más.

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