VALÈNCIA. Aeropuerto de Wellington, 11 de agosto de 2023. Poco a poco las 23 jugadoras españolas se adentraban en la sala de embarque rumbo a Auckland, horas después de asegurar un puesto en el podio mundialista. Unas aún no conseguían contener las lágrimas, otras lucían largas sonrisas. En común, el orgullo de haber hecho historia tras el ciclón que sacudió sus estructuras.
No habían pasado ni cinco horas de la icónica victoria frente a Países Bajos, que metió a España por primera vez en unas semifinales de un Mundial femenino, y aún se sentía la emoción. Algunas, como Irene Paredes o Jenni Hermoso, seguían visiblemente conmocionadas, mientras que otras aprovechaban para hablar por teléfono y celebrar la hazaña con sus seres queridos.
Pese al cansancio, hablaban pacientemente con los pasajeros que se acercaban y pedían hacerse fotos con uno de los cuatro mejores elencos del mundo.
Como en un Mundial se respira fútbol y solo fútbol, minutos antes del embarque un círculo de atentas futbolistas se formó en torno al analista de vídeo Rubén Jiménez y su portátil, que transmitía en tiempo real el segundo partido por los cuartos de final: España acababa de conocer a su rival en semis, Suecia.
En el vuelo, equipo y delegación recibían las bienvenidas y felicitaciones del piloto, seguida de los aplausos de los demás viajeros. Un reconocimiento que tardó en llegar pero que cobra especial significado tras un duro año marcado por una crisis interna en la Federación y un sinfín de obstáculos personales.
LEYENDAS EN LLANTO
Las instantáneas después del pitido final lo dicen todo. Las lágrimas de las leyendas Irene Paredes, Jenni Hermoso y Alexia Putellas denunciaban los recuerdos y las emociones al superar uno de los años más complejos de una selección española que parece haber reseteado para cumplir su misión de tocar el cielo.
"Estoy cansada de llorar", verbalizaba Jenni, con la voz entrecortada, el sentimiento de toda una generación a la que se vio llorar mucho, pero raras veces de alegría.
"Son muchos años, todo lo que hemos pasado, nos ha costado mucho. Hemos vivido muchas cosas y llegar a momentos como hoy de sentarte y decir 'hostia, estamos en semifinales'", resumía la 'camisa 10' ante los medios el aluvión de emociones, mientras que su foto con Alexia en el banquillo daba la vuelta al mundo a través de las redes.
El triunfo parece haberle quitado un peso de encima a una selección que estuvo en el punto de mira en el último año, cuando un terremoto de fricciones entre varias jugadoras y el entrenador Jorge Vilda convulsionaron el corazón de la escuadra española.
De estas imágenes que la tele no muestra, una Irene Paredes en llanto siendo consolada por su mujer Lucía Ybarra deja entrever el alivio y orgullo de vivir en primera persona las múltiples barreras superadas para entrar en la Historia, con mayúsculas.
La de Paredes es una historia de superación en sí misma. Fue señalada como una de las cabecillas de la "revuelta" de "las 15" y, una vez pasada la tempestad, tuvo que lidiar con la repentina pérdida de su padre cuando ya estaba en plena concentración en Nueva Zelanda.
"Me vais a hacer llorar", alertaba la central en la zona mixta, para luego romper en llanto. Paredes se desplomó al ser preguntada de quién se había acordado tras el pitido final: "De mi familia... Gracias, chicas", consiguió decir antes de irse.
Tampoco pudo contener las lágrimas la doble Balón de Oro Alexia, cuya participación en este Mundial quedó en el aire hasta el último minuto debido a la grave lesión de rodilla que sufrió y la dejó alejada del terreno de juego toda una temporada.
RESILIENCIA Y TALENTO
Gracias a su resiliencia y fortaleza, estas tres veteranas se abrieron a duras penas paso en el fútbol profesional. Han pasado de reclamar mejores condiciones a ser espejos y líderes para toda una nueva generación, que incluye nombres como el de Salma Paralluelo, autora del gol más importante de La Roja hasta la fecha.
Han conducido el equipo por una tortuosa ruta, eso sí, siempre con la cabeza erguida. "Con todo lo que ha pasado, no ha sido un año fácil y después pudimos conseguir esto en un Mundial. A eso hemos venido, a hacer algo grande”, anunciaba sin rodeos una de las estrellas de este torneo, Aitana Bonmatí.
Y algo grande para esta España, que juega con los pies pero también con el corazón, es alzarse campeona mundial tras una sólida trayectoria que se ha construido a fuego lento.
Tras haber conquistado los mundiales Sub-17 y Sub-20, después de haber superado sus primeras eliminatorias mundiales y luego de eliminar a Países Bajos en unos cuartos con cara de final, el conjunto de Jorge Vilda finalmente alcanzó la penúltima instancia y jugará con el trofeo entre ceja y ceja.
Cada una con sus batallas particulares, las 23 jugadoras ya no son referentes, se han convertido en leyendas. El pulso firme de las veteranas y el talento de las novatas han arrebatado a toda una nación que ha vuelto a permitirse soñar. Pero ahora las niñas de España ya no sueñan con jugar al fútbol: sueñan con ganar Mundiales.