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Las cosas del querer

1/10/2020 - 

VALÈNCIA. He dudado bastante. Bueno, para ser sinceros he dudado mucho. Sentía especial ilusión por volver a escribir porque el gusanillo del periodista que durante 15 años estuvo ejerciendo esta bendita profesión nunca deja de moverse por dentro del estómago. Al menos el mío no ha parado en el poco más de un año que llevo apartado del día a día de los medios de comunicación. Precisamente por ello, por no estar tan encima de la pura y dura actualidad del Valencia Club de Fútbol, reconozco que noto cierto vértigo. Una zozobra que no experimentaba desde hacía más de una década. Pero aquí estoy, he aceptado la propuesta del grupo Valencia Plaza –al que siempre consideraré mi casa- y ha llegado el momento de compartir alguna que otra de mis reflexiones en un periódico que vi nacer y que, por méritos propios, hoy se ha convertido en referencia. Y lo mejor de todo es que lo hago porque me apetece de verdad. Lo hago porque quiero.  

Así son las cosas del querer. Y no me refiero al amor al que le cantaban Ángela Molina y Manuel Bandera. Escribo del querer como voluntad, como la determinación por ejecutar un proyecto, por llevar a cabo una idea o, como en el caso de los jugadores blanquinegros, por dejarse la vida en el campo. Justo lo que pudimos comprobar el pasado martes en Anoeta. Con las limitaciones propias de un equipo que ha visto mermada su calidad por la venta de varios de sus referentes, los hombres de Gracia demostraron en San Sebastián que quieren, que por ellos no va a quedar. Aunque veremos si pueden. Porque querer no siempre es poder y yo –ojalá me equivoque y no sería la primera vez como más adelante os describo- creo que en muchas ocasiones, aun queriendo, esta temporada no van a ser capaces de poder. 

Y me conformo con ello. No voy a pedirles más. Tal vez peque de poco ambicioso pero con el nivel de la actual plantilla no sería justo exigirles una meta diferente. Es lo que hay. Eso sí, por suerte, el vestuario sigue siendo sano. De los más nobles que ha tenido el club en los últimos años. De eso ya se encargaron Alemany, Longoria y sobre todo Marcelino. De la salud del grupo dependerían en gran medida los éxitos. Como así sucedió con los dos cuartos puestos y el título de Copa. Una buena onda que Celades heredó -se pudo comprobar durante su tramo inicial al frente del banquillo- y que Gracia ya ha constatado. Ahí tiene el técnico navarro su arma para pelear. 

Porque el míster también quiere. No sólo por aceptar el reto de entrenar al Valencia, que ya de por sí ha sido, es y será un orgullo, sino porque lo corrobora en cada partido, en cada rueda de prensa…salvo ante el Huesca. Sus gestos de desesperación en la banda o su tono alicaído en el post partido me hicieron pensar que tras dos meses en el cargo se le estaban acabando las fuerzas. Que había dejado de batallar contra ruedas de molino. Creí que había dejado de querer. Pero me equivoqué. Y me alegro de que así fuera. Si él quiere y la plantilla quiere el murciélago seguirá volando muy alto. Otro debate bien distinto será el de saber hasta dónde podrán llevarlo sus alas. Que, por desgracia, ojalá me vuelva a equivocar, no llegarán a tocar el cielo.

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