VALÈNCIA. Si por algo se han caracterizado siempre los equipos de Bordalás es por la total y absoluta identificación del vestuario con su entrenador. La frase "Bordalás es capaz construye soldados que tiran un muro a cabezazos si se lo pide a sus jugadores" es una constante de la que siempre se ha hablado a la hora de exponer las bondades del entrenador alicantino.
Su capacidad como motivador está fuera de toda duda. Diferentes miembros del actual vestuario han comentado a sus más cercanos que Bordalás sabe tocar la tecla del futbolista para activarlo y sacar el 110% de la capacidad de entrega de cada uno.
La imagen de los abrazos de todo el grupo ayer en la vuelta al trabajo sobre el césped tras la charla de 10 minutos son una evidencia de que el entrenador sabe que va a tener que explotar la baza de la psicología en este tramo que queda. Sin objetivos en liga y tras el mazazo de la derrota en la final, la faceta de motivador del míster cobra una vital importancia en el mes que queda hasta cerrar la temporada.
Y va a ser vital, porque este está siendo un año difícil para todos, incluido el propio entrenador que pese a las circunstancias del actual Valencia CF es la nave más grande de la que se ha hecho cargo. Y ese año complicado ha provocado algunas fricciones que estaban encapsuladas y hasta tapadas en pos de buscar el sueño de ganar la Copa.
Fundamentalmente hay dos grietas, que sin llegar a provocar ninguna fractura entre vestuario y entrenador, sí han causado alguna fricción. La primera de ellas son las varias alusiones del entrenador a las limitaciones de su plantilla: "No se le escapa a nadie que el equipo tiene necesidades y lo vemos cada partido. Si no reaccionamos, no podemos aspirar absolutamente a nada. Que no me había ocurrido es una realidad. No es por falta de trabajo, pero cometemos errores en la toma de decisiones. Queremos jugar por dentro cuando a lo mejor tenemos que correr al espacio, asumimos riesgos innecesarios..." dijo tras caer por 4 goles a 1 en el Santiago Bernabeu. Hubo otro discurso similar tras desaprovechar un 0-2 en el Metropolitano, en plena guerra abierta por los fichajes de invierno. Pero mucho más duro aún fue tras la derrota 1-4 en Mestalla ante el Barcelona: "Hemos probado casi todo y somos el segundo equipo más goleado del campeonato. Hay que hacer una reflexión enorme de que no nos da. Ahora tenemos que apretar, ser todos conscientes y darnos cuenta de la realidad. Que nos hubiera gustado haber ganado, por supuesto, pero después del partido ves que la diferencia es tremenda. Debemos tener los pies en el suelo y trabajar con toda la humildad del mundo para sumar los puntos necesarios. No nos podemos comparar con los equipos de la zona alta. No hemos sido capaces de ganar a ninguno. A día de hoy, el Valencia CF es un equipo al que no le alcanza".
Este último discurso sentó mal en un vestuario que se sintió señalado por las palabras de su entrenador y al que se le hizo ver que había ciertos jugadores importantes a los que no gustó ese señalamiento. El entrenador tomó nota, y los jugadores decidieron conjurarse para superar al Athletic de Bilbao y plantarse en la final de Copa. Todo por el sueño de la Copa, pero la sensación de que el discurso del técnico minusvaloraba el potencial de la plantilla también ha sobrevolado el grupo.
La segunda veta, es que se entiende en una parte de la plantilla que en ocasiones se prescinde demasiado de la elaboración como escudo para no correr riesgos. Las constantes alusiones de Bordalás al número de goles encajados y a la falta de seguridad defensiva han llevado a extremar las precauciones en las transiciones de juego ofensivo. Incluso durante algunos partidos se puede ver en el rostro de ciertos jugadores alguna mueca de hartazgo de ver como el pelotazo largo saltando líneas es el argumento más recurrente para llevar el balón a posiciones de ataque. Y, sin ir más lejos, el equipo no pasa del mono gol en sus partidos desde el 5 de marzo en el encuentro ante el Granada. Desde entonces 7 partidos con 3 de ellos sin ver puerta y otros 4 con un único gol conseguido.
El escenario es cierto que no ha planteado de momento rupturas, crisis, ni enfrentamientos. Pero si ha provocado ciertas fricciones en el día a día de jugadores y cuerpo técnico en el que todos decidieron aparcarlo todo y conjurarse para centrarse en conseguir un título copero que al final ha sido imposible. Con el paso de los días se verá si las grietas fueron fruto del momento puntual o sólo estaban tapadas por la ilusión de poder conseguir un título.